jueves, febrero 12, 2009

Hacia un mundo hexapolar. Entrevista con Alfredo Jalife-Rahme


Bibliálogos
Hacia un mundo hexapolar.
Entrevista con Alfredo Jalife-Rahme*

Ariel Ruiz Mondragón

En la actualidad, sin duda, el mundo vive en una severa crisis que está llevando a replantear no sólo los aspectos económicos, sino también políticos y sociales a nivel mundial. Esa crisis fue un devastador resultado de una errónea y grave política seguida por Estados Unidos e impuesta, con sus aliados, a buena parte del mundo. Finalmente, sus efectos autodestructivos han estallado, lo que ha traído consigo conflictos y disputas que ponen en riesgo el futuro de la humanidad.

Entre quienes mejor han diagnosticado la decadencia y caída del modelo depredador de la globalización desregulada se debe contar a Alfredo Jalife-Rahme, quien anticipó esta crisis en su libro El fin de una era. Turbulencias en la globalización (Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2007), en el que aborda las desventuras de un orden unipolar geoeconómico y geopolítico que se despide para dar paso a un mundo multipolar, que implica varias posibilidades que examina el autor.

Sobre ese libro conversamos con el autor, charla en la que abordamos, entre otros, los siguientes temas: los modelos que se abren ante la caída del norteamericano, el papel y las posibilidades de diversos países y regiones en el mundo multipolar, las debilidades de los principales países del mundo hexapolar, el presente de la democracia y del Estado nación, y las posibilidades de conflictos armados mundiales.

Jalife-Rahme es uno de los mayores especialistas mexicanos en relaciones internacionales. Además de ser profesor de la UNAM, colabora regularmente en diarios como El Financiero y La Jornada, y ha sido comentarista en CNN en español y en Canal 40. Es autor de más de cinco libros dedicados a la geopolítica y la globalización.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué escribir y publicar un libro como el suyo?

Alfredo Jalife-Rahme (AJR): Creo que hay que tener condensadas las ideas, tenerlas a la mano para consultar. Hay diferentes tipos de libros: no es lo mismo una novela que un libro que, como en este caso, yo diría que es prospectivista, que además se atrevió a hacer un vaticinio que parece ser que sí se está dando. Con esto toma otra dimensión.

Además, yo soy profesor universitario, y me ayuda un texto de dirección operativa en mis cursos, más que la fama, vender y querer hacerme rico con el libro, que no es mi caso.

AR: Su libro, a grandes rasgos, trata sobre el fin del mundo unipolar bajo el esquema de la globalización financiera que únicamente ha beneficiado a las grandes empresas trasnacionales. Plantea que se avizora una multipolaridad, destacando los frentes abiertos por Rusia y China. ¿Esa multipolaridad y la desglobalización de la que habla al final del libro, implica algún cambio radical en el modelo económico impuesto bajo el dominio de Estados Unidos?

AJR: Bueno, ese modelo ya acabó, incluso en Estados Unidos con las quiebras bancarias que han tenido. Ese país tiene más de 7 mil 500 bancos; la apuesta es si van a quebrar cinco mil o seis mil, de ese tamaño se la pongo. Entonces, ese modelo es totalmente insolvente.

Aquí lo que estamos viendo es un axioma que incluso se maneja en Estados Unidos: privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas. Se está rescatando a quienes crearon la crisis, y eso, obviamente, crea gran malestar en la población.

¿Hacia dónde va el mundo? Lo que estamos viendo es que hacia un mundo híbrido. Pero realmente no ha sido puesto en tela de juicio el modelo capitalista, aunque quizá sí el modelo neoliberal. Estamos yendo, yo diría, a un capitalismo regulado, al haber pasado el modelo del capitalismo desregulado. Eso sí queda claro.

Ahora, ello tiene muchos matices; por ejemplo, en mi libro hablo del mundo hexapolar, que está formado por Estados Unidos, la Unión Europea y el BRIC (Brasil, Rusia, India y China). ¿Qué estamos viendo en esos países? Por ejemplo, Brasil es un gobierno socialista, pero no es un socialismo marxista, sino más bien yo diría que es una socialdemocracia de libre mercado. Luego, si vamos a Rusia, es también una socialdemocracia de libre mercado. Si vamos a China, bueno, allí es el modelo híbrido por antonomasia, porque la estructura es comunista con zonas de libro comercio (sobre todo en la costa, en la región de Huang Dong y Shanghai, que es, evidentemente, de libre comercio; pero no es neoliberal, es decir, no hay desregulación). Los únicos que llevaron la desregulación hasta sus últimas consecuencias fueron Estados Unidos y Gran Bretaña, que hoy están pagando sus costos.

¿A dónde va el mundo? Yo creo que hay que hacer varias consideraciones: ya se acabó el mundo unipolar de Estados Unidos y vamos al mundo hexapolar, que es multipolar, con regionalismos muy fuertes: Estados Unidos con sus zonas de influencia, lo mismo que la Unión Europea, aunque tiene problemas de cohesión; Rusia, con su zona de dominio en la región de Cáucaso y Asia Central; China y la India igual, y ya no se diga Brasil en Sudamérica.

Entonces, esa es la tendencia a la que estamos yendo. Por eso yo lo llamo el mundo híbrido: ya no es el mundo del G-7, que se cayó, y estamos viendo la emergencia del BRIC. Estamos viendo ese balance hoy, porque aunque se haya caído el G-7, todavía tiene un buen lugar, mientras el BRIC apenas está ascendiendo. Pero en estos momentos vemos este equilibrio, el que incluso a nivel militar ya se dio entre Rusia y Estados Unidos, eso está muy claro.

Hay un distintivo de este tipo híbrido, que es la cuestión energética. Rusia la maneja muy bien, ya que entendió que es el momento de los hidrocarburos (cosa que México no ha hecho, sino todo lo contrario) y hoy ha jugado una carta petrolera exquisitamente; yo diría que hasta en Sudamérica lo ha hecho maravillosamente Venezuela.

AR: En este mundo hexapolar ¿qué papel está destinado a desarrollar el dúo anglosajón, al que trata tan duro en el libro?

AJR: Yo antes creía que iba a jugar un mejor rol. Gran Bretaña ya no es la gran potencia; en la Unión Europea tiene armas nucleares (igual que Francia), eso pesa mucho. Pero a nivel económico hace mucho que fue superada por Alemania, y con Francia está prácticamente empatada. Esos son los tres grandes de la Unión Europea, nos guste o no.

Lo que ocurre es que ya Gran Bretaña no puede jalar a la Unión Europea a su modelo. Tiene su relación especial con Estados Unidos, y la va a seguir; pero Estados Unidos está cayendo y por ende también los británicos. Obviamente eso tiene su relevancia, pero, por ejemplo, no es un adversario de la talla de Rusia.

AR: En ese mundo hexapolar que ya se está viendo, ¿qué papel puede desempeñar un actor generalmente secundario en la historia, como es América Latina? Por supuesto, Brasil se encuentra dentro del BRIC, y usted se expresa bien de Venezuela en el libro, y de la política antineoliberal de Argentina, por ejemplo.

AJR: Latinoamérica como conjunto, no lo sé, porque ya está muy dividida. La ruptura que hicieron Jorge Castañeda Gutman y Vicente Fox con Sudamérica ha sido muy costosa para México; además, México mismo ya está integrado –si nos vamos a los acuerdos secretos del ASPAN del 23 de marzo de 2005- al proyecto militar energético, de seguridad, bancario, financiero de Estados Unidos. Por eso a México le está yendo tan mal: porque le apostó al modelo estadounidense en lugar de haber apostado al modelo sudamericano. Es muy sencillo: el último país en crecimiento de América Latina es México, con 2.5 por ciento, mientras Latinoamérica está al 6 por ciento. Creo que eso lo dice todo.

Sudamérica puede ser, tiene el potencial de ser uno de los principales polos del mundo, primero que nada por el propio Brasil. Muchas veces a mí me gustaría cambiar el BRIC a SRIC: en lugar de la B ponerle la S de Sudamérica, si ésta consigue desarrollarse más (que no va a ser fácil, porque Estados Unidos y Gran Bretaña no lo van a permitir, o van a tratar de balcanizarlo, como lo que está pasando en Bolivia, en Argentina, con la Cuarta Flota en las costas de Venezuela, etcétera). Pero allí va Sudamérica, más que Latinoamérica, diría yo.

Brasil tiene un gran peso, ya se posicionó, ya está en el polo. Pero a nivel militar no; ese es el problema de Sudamérica, que no es una potencia militar como la Unión Europea, no tiene bombas nucleares. Nosotros vemos que en el orden hexapolar, el único que no tiene armas nucleares es Brasil. Con esto no estoy alentando que este país adopte la postura nuclear –porque yo soy abolicionista-, pero va a tener que hacerlo, si es que quieren guardar su riqueza. Desgraciadamente, el mundo nos ha enseñado que no basta tener riqueza, sino que también hay que sabe conservarla. En ese sentido, los casos de México e Irak son muy patéticos: países muy vulnerables desde el punto de vista militar, que son aplastados por Estados Unidos.

Ese es el talón de Aquiles, pero a nivel de potencialidad, tiene todo: tiene la Amazonia, la primera reserva biosférica del planeta (el siglo XXI va a ser eminentemente de biofarmacología, de biotecnología), y allí están todas las especies tropicales, la zona más rica del mundo; tiene la primera reserva de agua del planeta, y tiene la primera reserva de petróleo del mundo. Venezuela, cuando se suma el petróleo convencional y el no convencional, tiene la primera reserva petrolera del mundo, y tiene gas; Brasil forma parte ya de los diez primeros en el producto interno bruto (PIB) del mundo, forma parte de los primeros diez países del mundo en reservas de divisas, donde sólo aparece un país del G-7, que es Alemania (es importante señalarlo).

Ya Brasil se está volviendo potencia petrolera, lo cual nos da mucho gusto, y obviamente está renacionalizando y desprivatizando; incluso quieren crear una empresa estatal para no regalarle su petróleo a los españoles y a los británicos, así de sencillo.

Entonces queda claro: creo que tiene todo el potencial, es un polo real, nada más que tiene que pasar -desgraciadamente, y esa es la parte que a mí me saca escozor, pero esa es la realidad del mundo- a la etapa nuclear. No olvidemos que Brasil, en su PIB, es la mitad de Sudamérica, así como también su población. Por eso yo digo que Latinoamérica ya va a ser bilingüe, vamos a tener que hablar dos idiomas: español y portugués (pero en México insisten en querer hablar inglés).

AR: Me queda la idea de que en aspectos tanto políticos y económicos como en los militares, hay una evidente decadencia de Estados Unidos, aunque todavía mantenga mucho de su poder. La principal responsabilidad de ello es de los propios norteamericanos, que han seguido una política errónea y, como usted dice por allí, irracional. ¿Por qué han seguido toda una serie de pasos que los ha llevado al despeñadero?

AJR: Primero que nada está el complejo militar-industrial, que es muy poderoso y marca la pauta de ese país, siempre lo ha gobernado. Un presidente (y cito a un presidente, no a un estudioso del modelo) y, más que nada, un general: Eisenhower, es el que acuñó el término del complejo militar-industrial.

No hay que perder de vista que esa es la sustancia del país. Pero aquí viene una gran paradoja: en estos momentos los militares de Estados Unidos son menos belicosos que los neoconservadores del equipo de Bush. Eso es importante señalarlo: son civiles que nunca fueron a la guerra, que ni siquiera hicieron su servicio militar, los que quieren guerras. Los militares son los que, porque conocen ya que Estados Unidos está sobreexpuesto (no gana guerras: en Irak la perdió, en Afganistán está empantanado y la va a perder, y ahora quieren irse a una guerra contra Irán). Entonces es cuando brincan los militares afirmando “no tenemos la capacidad, y aunque nosotros destruyamos a Irán, va a ser la destrucción por la destrucción, pero no se va a ganar, porque no van a poder ocuparlo: van a poderla bombardear desde los cielos, pero no la van a poder ocupar”. Esa es la gran paradoja.

Creo que los civiles tienen que hacer un cambio de régimen, y los civiles tienen que pensar por cuál vía se van: por el conflicto (en el que van a perder: hoy el mundo no se decide por la vía militar) o la cooperación. En esta multipolaridad estamos viendo que el mundo es más geoeconómico y, sobre todo, geoenergético. Esto lo entendió Rusia, y por eso no es gratuito que en el momento que detectó que Estados Unidos se encuentra muy vulnerable, con un simple movimiento en el tablero de ajedrez en Osetia del Sur convulsionó el mundo, que cambió en el Cáucaso, literalmente. Y ya tenemos a una Rusia que habla de tú a tú a nivel militar con Estados Unidos, sobre todo en términos nucleares. Los dos se destruirían en 15 minutos. No hay nada que hacer allí.

Pienso que Estados Unidos tiene que sopesar muy bien las opciones, aunque el complejo militar-industrial seguirá gobernando. Una opción sería la cooperación, una política inteligente como la que el historiador británico Paul Kennedy dice que hizo Gran Bretaña. Ésta, después de haber sido la gran potencia colonial del mundo durante dos siglos, ahora está en un lugar relativamente aceptable en el mundo, pero no desapareció (cosa que estuvo a punto de pasar con la Unión Sovietica), y eso no hay que perderlo de vista.

Ante esta situación, Paul Kennedy cita al ministro Salisbury, cuando éste aceptó el declive relativo de Gran Bretaña, y ya aceptaba que Gran Bretaña no iba a ser la gran potencia. Ya se vislumbraba en el siglo XIX el auge de Estados Unidos, de Rusia y de Alemania, que eran las tres potencias emergentes, y así sucedió.

Ahora ya se vislumbra que el BRIC son las nuevas potencias emergentes, y que Estados Unidos está en declive.

Pues eso va a depender mucho de su élite; con una élite inteligente, Estados Unidos todavía tendría un lugar importante en el mundo multipolar, ya que, de querer aplicar un mundo unipolar, pues no lo va a aceptar el mundo. A mi juicio, gana más, si hacemos un cálculo racional, con el mundo multipolar, que con el mundo unipolar, ya que hoy Estados Unidos es repudiado en todo el mundo.

AR: Sobre el caso de China, en el libro señala que la gran carta que se juega la diplomacia en el juego estratégico mundial es la energética, a la que llega a llamar “un arma”. ¿Eso no hace muy vulnerable a China en el panorama mundial, debido a su debilidad en esa materia? Depende mucho de Irán, de Rusia.

AJR: Fíjese que esa es la característica del mundo: todos son vulnerables, no hay nadie que no tenga vulnerabilidad. Veamos a los seis: a nivel energético, la única potencia de los seis es Rusia, Brasil empieza a surgir (recordemos que hasta hace poco importaba petróleo y lo ha salvado el etanol, pero ese es otro tema); pero todos los demás son vulnerables, porque son dependientes energéticamente.

Otra vulnerabilidad de China es interna: mil 500 millones de habitantes, y aquí aplicamos la Ley de Pareto, ya que nada más se ha beneficiado el 20 por ciento y al 80 por ciento le está yendo de la patada. No olvidemos que en China las revueltas suelen ser campesinas. Aunque ellos tienen ya un Plan Quinquenal, van a empezar a distribuir, a dedicarse a la cuestión social, y obviamente a reducir la Ley de Pareto.

Todos tienen vulnerabilidades. Por ejemplo, en Estados Unidos la vulnerabilidad máxima es su endeudamiento, la cuestión financiera, la cuestión económica; es el único imperio que ha sido deudor en la historia de la humanidad. Vive de los demás, y por eso ha empleado mucho su militarismo. No es gratuito que tenga más de 700 bases en el mundo, que las tenga en 150 países, y que gaste la mitad del gasto total del mundo en materia militar. Estados Unidos no es un país democrático; es una democracia del siglo XIX porque ni siquiera es popular, sino un régimen eminentemente fachista.

La vulnerabilidad de Rusia, ¿cuál es? Tiene el mayor territorio del mundo, 18 millones de kilómetros cuadrados, pero no tiene habitantes: sólo 160 millones. Brasil tiene ocho millones de kilómetros, pero tiene 200 millones de habitantes; Estados Unidos tiene nueve millones de kilómetros con mil 300 millones de habitantes. La vulnerabilidad de Rusia son sus habitantes; pero además comporta dos vulnerabilidades con Estados Unidos, si nos metemos a estudiar finamente los detalles: los islámicos, que son el 20 por ciento de su población, que es el equivalente de los mexicanos de Estados Unidos. Los islámicos en Rusia van a ser la mayoría en la próxima generación, al igual que los mexicanos en Estados Unidos.

Para ver el poder de los países tenemos que ver la natalidad de su proletariado, que es muy prolífico, y además tenemos que ver la tercera edad. Rusia es un país que tiende más a la tercera edad, al igual que la Unión Europea.

Una vulnerabilidad de la Unión Europea es que Gran Bretaña y Francia son las que tienen armas nucleares, pero no tienen una política cohesiva de defensa. Ya tiene una población en promedio de tercera edad. Es más, en los cálculos de proyecciones Italia, si sigue su tasa de crecimiento, que es negativa, pues desaparece; Japón ya ni cuenta, ese es su problema, ya que se le sumaron todos los problemas: la tercera edad, la deflación con que sigue viviendo desde hace más de 15 años, por lo que ya no se le contabiliza como una potencia, aunque lo fue.

Si vemos, todos los países tienen vulnerabilidades; por eso es muy tonto pelearse, hay que cooperar.

AR: Sobre lo que mencionaba de la democracia, usted dice que la globalización no tiene nada de democrática, ya que hay una concentración plutocrática del poder.

AJR: La globalización es un modelo plutocrático, no es democrático; tan es así que el mismo Estados Unidos excluyó a su clase media, y ya para qué le digo a los mexicanos y a los negros. La grandeza de Estados Unidos y del G-7 durante la Guerra Fría fue su clase media, eso es lo que realmente le dio el poderío, y el modelo neoliberal la acabó, porque ya no hay clases medias ni en la Unión Europea ni en Estados Unidos. En el G-7 aniquilaron a la clase media; ahora la tienen que resucitar.

AR: Este nuevo mundo multipolar, donde van a jugar un papel relevante tanto China como los ayatolas de Irán, como usted menciona al principio del libro, ¿tendrá algún efecto democrático, cuando esos países también muestran un déficit en la materia?

AJR: En la democracia, los derechos humanos, antes del ascenso de la hexapolaridad, fueron enterrados por la unipolaridad de Estados Unidos a partir del 11 de septiembre de 2001. Si usted quiere una fecha de la muerte de la democracia y de los derechos humanos sobre todo, fue esa: allí se acabaron con el Patriot Act, el Acta Patriótica. Luego no olvidemos que Estados Unidos se volvió un país de tortura. Así, ¿cómo podemos hablar de ambos con las torturas en Abu Ghraib? Se volvió un régimen fachista.

Alardean Gran Bretaña y Estados Unidos que son democracias. Eso no existe. Y critican a los regímenes, sobre todos a los grandes, Rusia y China, como autarquías o autocracias. Bueno, pues sí, relativamente tienden a ello; pero Estados Unidos es una autocracia o una autarquía democrática (válgase la expresión). Pareciera una democracia porque la máscara es democrática, pero siempre matan al presidente que no les gusta, y nadie sabe luego quién fue (el caso Kennedy es flagrante, y todo el mundo sabe que fue el complejo militar-industrial, eso queda muy claro). Entonces hablar allí de democracia… Yo creo que es un ideal la democracia, aun con los griegos cuando la inventó Clístenes en el siglo VI antes de Cristo, ya que la democracia tenía sus esclavos.

Creo que sigue siendo ese modelo el que impera: es una democracia militarizada la de Estados Unidos.

Ahora, a nivel de la propaganda, pues suena muy bonito, puede jalar a mucha gente, pero creo que ya enterraron la democracia. Cuando ellos usaron la democracia en la periferia de Rusia y de China, lo hicieron precisamente sin fines democráticos: lo hicieron para desestabilizar a esos países (las famosas revoluciones de color: rosa en Georgia, naranja en Ucrania, etcétera). Esto fue diseñado con aquel propósito. Es decir, si al complejo militar-industrial de Estados Unidos le sirve la democracia la usa, y si no…

AR: Creo, tras la lectura del libro, que la actual disyuntiva del mundo se libra entre dos combatientes: por una parte, los globalizadores, las grandes empresas trasnacionales que se han beneficiado, y los globalizados, en este caso la sociedad civil. En este sentido, ¿cuál es el papel de los Estados nacionales en esta disputa?

AJR: La globalización socavó el modelo del Estado nación; pero ahora que se está cayendo el modelo de la globalización y estamos yendo a la desglobalización, pues es muy sencillo: está resurgiendo el nacionalismo; es más, está resurgiendo a niveles que no veíamos, que yo llamaría subnacionales (lo digo respetuosamente, como es el indigenismo). El mejor ejemplo es Bolivia, que ya tiene al primer presidente indígena de su historia.

¿Por qué? Porque la base de la pirámide del poder, el poder ciudadano (los indígenas sobre todo), es su manera de sobrevivir, precisamente, ante el aplastamiento cupular de las trasnacionales globalizadoras. Es fascinante lo que pasó. Ahora tenemos la reversión, estamos viendo que está regresando el Estado nacional; incluso, yo diría a niveles tales como las provincias autónomas. Esto también le ha convenido a ciertos países; Kosovo es el ejemplo. Cometen allí un grave error la OTAN, la Unión Europea y Estados Unidos porque creyeron que Rusia no iba a replicar. Pero al darle su independencia a Kosovo, pues habla de que mañana los mexicanos de California pueden hacer lo mismo, lo pueden hacer en Chiapas otros, los vascos, los catalanes, y no acabaríamos de contar.

Tenemos a un mundo en la balcanización. Es la paradoja: la desglobalización corre el peligro de llevarnos a múltiples balcanizaciones. Pero en ese juego también sucede otra cosa: hay países que se dan cuenta que, para precisamente formar parte del gran mundo ante territorios inmensos, pues hay que unirse, porque esos países de pequeños no son viables, van a ser absorbidos. Si te independizas tipo Osetia del Sur, pues te va a absorber Rusia; si te independizas tipo Kosovo, no vas a ser independiente, ya formas parte del imperio estadounidense. Qué paradoja: una independencia para formar parte de un imperio.

Entonces estamos viendo que también tenemos la otra opción, que es más sólida, de países que se dan cuenta, como los de Sudamérica, que es mejor unirse, porque si no, solos no van a poder y nada más Brasil va a jugar. El mejor ejemplo en este sentido es la Unión Europea: dos países, como son Francia y Alemania, prefieren unirse en lugar de seguir peleadas por las dos guerras mundiales anteriores, ante el gran poderío que tenían dos polos; en un orden unipolar, Alemania y Francia solas no tenían vigencia. Entonces prefirieron unirse, crear el núcleo de la Unión Europea y tenemos que es antibalcanizadora.

Yo diría que en este mundo híbrido, para regresar otra vez, estamos viviendo desglobalización, balcanización y reacomodo regional. Es fascinante, estamos viviendo las tres.

AR: Quiero concluir con otras preguntas. A nivel intelectual, usted menciona en alguno de los artículos del libro a Samuel Huntington. ¿Qué ha sido Huntington con obras como Choque de civilizaciones, en el que usted menciona que parecía vocero del expansionismo militar, y después con ¿Quiénes somos?, promotor del neoaislacionismo?, ¿cuál ha sido el papel de intelectuales como Huntington en la política norteamericana?

AJR: Es muy importante, porque son los oráculos del sistema. Un Fukuyama lo precedió, quien se equivocó diciendo que habían llegado el fin de la historia y el triunfo de la democracia liberal (que es el modelo anglosajón). Pero si usted lee ayer a Fukuyama, es el anti-Fukuyama, diciendo: “Se acabó Estados Unidos”, parece Jalife. Bueno, pero en su momento Fukuyama causó furor porque fue el oráculo del sistema.

Es como en México: nos guste o no, Enrique Krauze era el oráculo, junto con Héctor Aguilar Camín, del modelo neoliberal; se cae éste, pues se caen Krauze, Aguilar Camín y Castañeda Gutman. Así de fácil es.

Entonces Huntington es lo mismo: lo necesita Estados Unidos para el choque de las civilizaciones porque servía, precisamente, de parapeto en la guerra contra el terrorismo y sobre todo contra el Islam. Nada más que fue la trampa de Estados Unidos, porque está empantanado en su guerra contra el “terror”, y le brincó Rusia por donde menos se la esperaba.

Entonces el rol de los intelectuales orgánicos –que yo así los llamaría; esos serían Fukuyama y Huntington, y, a nivel folclórico tropical nuestro, Krauze, Aguilar Camín y Castañeda Gutman- pues es muy triste, porque acaban pagando las consecuencias. Yo creo que por eso no son intelectuales: ya se vuelven propagandistas.

En el momento en que uno sea un historiador de CEMEX, como es Krauze; o sea el apologista de Zedillo o de Salinas, como es Aguilar Camín; como Huntington, apologista de las aventuras militares de Estados Unidos, o el Fukuyama panegirista y palafrenero del modelo unipolar neoliberal y de la globalización financiera, bueno, pues el desprestigio es en igual proporción al prestigio que tuvieron. Obviamente, el poder los alza: Krauze es un invento de Salinas, y con Salinas se va a desplomar, no tiene discurso.

El verdadero intelectual no depende del poder; es librepensador. Es como un médico de cabecera: le tiene que decir al paciente su enfermedad, le guste o no al paciente. Esa es la labor del intelectual. En este sentido, ¿quién significa para mí este prototipo? Es Diógenes, “el Cínico” o “el Perro”, quien ¿qué hizo cuando el máximo conquistador de todos los tiempos, como fue Alejandro el Magno, lo buscó para conversar con él como intelectual? Estamos hablando del máximo jefe militar en la historia de la humanidad. Se planta frente a Diógenes, y lo primero que le dice Diógenes es: “Apártate de mi sol. El sol es mayor que tú”. Esa es la lección que le dio. Ese es el intelectual.

AR: Quiero terminar con una pregunta acerca de una cuestión que para algunos todavía parecerá lejana, que usted deriva del conflicto que hay entre Israel e Irán en el gran Medio Oriente. Bueno, dice que son potencias medias que están combatiendo un poco a nombre de sus aliados, en el primer caso Estados Unidos y la Unión Europea, y en el otro Rusia y China. ¿Qué posibilidades ve usted de una gran guerra, la tercera mundial? Usted llega a mencionar algo de eso. ¿Los conflictos existentes se podrán exacerbar hasta ese punto?

AJR: Estamos al borde de una tercera guerra mundial; tenemos que ser muy responsables cuando hablamos de esa situación. Me iría, para elaborar eso, a una consideración: todavía no es la tercera, pero estamos en una guerra mundial en proceso. Allí están todas las guerras, no estamos viendo tranquilidad en el planeta. No es lo mismo la disolución de la URSS, que se da sin ninguna bala, que ahora la expansión de la OTAN, Estados Unidos y ahora la réplica de Rusia. Son momentos muy delicados; luego la guerra en Irak y en Afganistán. La de Irak es de mayor consideración porque, aunque es una mínima potencia militar, sobre todo frente a Estados Unidos, no sabemos cómo vayan a reaccionar Rusia y China, porque no son tan aliados como lo es Israel de Estados Unidos.

Yo a veces en broma comento: no sé si Estados Unidos es el segundo Israel, o Israel es el estado 51. Creo que son indisociables, eso hay que tenerlo muy presente; Israel es la base militar más grande del mundo que tiene Estados Unidos en el Medio Oriente, pero con serios problemas ante la guerrilla asimétrica: no pudieron con Hezbollah, que es el colmo. Hoy la guerra asimétrica comporta ciertas características: cuando alguien quiere ofrendar su vida -y obviamente los iraníes están dispuestos a ello-, no va a ser un paseo dominical: podrán destruir al país, pero iniciará un grave conflicto -y hay una larga guerra en toda la región, sin duda- que puede expanderse incluso a Estados Unidos. No perdamos de vista que México es frontera de Estados Unidos, aquí pueden penetrar y filtrarse, sin duda.

No es gratuito que Estados Unidos nos quiera meter –ya nos había metido- al ASPAN, luego a la Iniciativa Mérida, y ahora al NORAD, que es la defensa aeroespacial de América del Norte, el escudo militar nuclear de Estados Unidos con Canadá frente a un ataque nuclear de Rusia. Pero llama la atención que Bob Gates haya dicho en Washington, frente a Beltrones, que si México apoyaba la Iniciativa Mérida, entonces ellos nos incorporarían al NORAD, como si nos estuvieran haciendo un gran favor, cuando con ello ya nos harían objeto de un ataque nuclear. Obviamente, allí estamos adoptando todos los enemigos de Estados Unidos, que son legión. Se me hace de una insensatez ilimitada lo que han hecho Fox, Castañeda, Calderón y Beltrones. Es lo mismo.

Si nos vamos a la historia, el libro clásico de Tucídides Historia de la guerra del Peloponeso, escrita cinco siglos antes de Cristo, dice que sin intervención de los dioses, las guerras se deben a interés, a miedo o a honor. Pero yo agregaría otras: a veces son por cuestiones futiles, por accidentes o por insensatez.

Hay otro libro clásico de Bárbara Tuchman que se llama The March of Folly -La carrera a la locura-, en la que muestra que desde la guerra del Peloponeso hasta la guerra de Vietnam, la mayor parte de las guerras han sido de locuras. Entonces, aquí ya se prendió la mecha en el Cáucaso, ya la había prendido Estados Unidos en Kosovo. Puede haber un accidente: ahora están en el Mar Negro, juntas, las flotas de Rusia y de la OTAN, lo que es muy peligroso porque puede suceder cualquier cosa. Ahora puedo decir que la Unión Europea, que no votó por las sanciones, creo que bajó el tono. Luego vimos que Rusia también ya bajó el tono de su discurso, lo que son buenas señales.

AR: ¿Y México?

AJR: El libro se llama El fin de una era, hablo de Estados Unidos, y lamento decir que también es el fin de la era de México, que apostó todo al poder de Estados Unidos en forma insensata.

* Una versión más corta de esta entrevista apareció publicada en Milenio semanal, núm. 588, enero 26 de 2009. Reproducida con autorización de la directora. La entrevista se realizó en septiembre de 2008.