Las muchas caras de la peste
Entrevista con Armando González Torres*
Por Ariel Ruiz Mondragón
Desde tiempos inmemoriales las enfermedades desconocidas, graves hasta la muerte y fácilmente contagiosas han provocado pavor en todas las sociedades que han padecido una epidemia, lo que ha dado lugar a una vasta literatura acerca del tema, la que va desde la poesía y el mito hasta la reflexión filosófica y el estudio social.
Recientemente Armando González Torres (Distrito Federal, 1964) publicó su libro La Peste (México, Ediciones El Tucán de Virginia, Conaculta, 2010), en el que, a través de diversas formas poéticas, aborda el fascinante fenómeno de las epidemias mortales que ha enfrentado la humanidad desde diferentes ángulos: las costumbres, las leyes, la prostitución, el lenguaje y la religión. Sobre varios de estos temas conversamos con el autor.
González Torres es poeta y ensayista, y ha colaborado en diversas publicaciones culturales, como Replicante, Metapolítica, Letras Libres, Laberinto, Nexos y Luvina, entre muchas otras. Autor de una decena de libros, ha ganado diversos premios, como el Gilberto Owen, por su poesía, y el Alfonso Reyes, el Gabriel Zaid y el José Revueltas por su obra ensayística.
Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar hoy un libro como La Peste ?, ¿por qué éste tema?
Armando González Torres (AGT): La peste es un tema inmemorial en la literatura y tiene profundas connotaciones religiosas, sociales y literarias. La peste puede significar la ocurrencia de la falta y la enemistad con un dios, puede significar también la ruina de pueblos y linajes; es una advertencia metafísica y también un instrumento político. En la actualidad, pese a todos los avances científicos y médicos, las enfermedades colectivas y desconocidas siguen apareciendo y poniendo en jaque la autosuficiencia moderna. Por lo demás, muchas de las actitudes de terror y superstición frente a una epidemia siguen replicándose.
El libro lo estaba escribiendo desde hacía muchos años y cuando la epidemia de influenza estalló en México vi mi ficción plagiada por una realidad dramática.
AR: En el libro nos presentas diversas formas de poemas. ¿Cuáles son las principales? ¿Por qué decidiste hacer esta amalgama de formas poéticas?
AGT: Me interesaba reunir un conjunto de voces heterogéneas y para ello utilicé distintos tonos y recursos. En el libro confluyen el poema en prosa, el verso blanco, el aforismo, la miniatura narrativa y otras escrituras miméticas del lenguaje médico legal o religioso. La idea era reproducir el abanico de experiencias y reacciones más variado posible frente a un mismo fenómeno.
AR: No me parece un libro trágico, sino que en muchas partes brillan el humor e incluso la lascivia. ¿Qué papel desempeñan estos dos elementos en La Peste ?
AGT: En efecto, más allá de la gravedad de su motivo es un libro humorístico y erótico, que, por un lado, busca contrastar la tragedia con la comedia y la dolencia con la risa y, por el otro, busca explorar en las salidas y explosiones hedonistas en los momentos límite.
AR: ¿Concibes en el libro a la peste como un mecanismo punitivo del placer? Tengo esa impresión en algunas partes del volumen.
AGT: Más bien es una de las interpretaciones sociales recurrentes de la epidemia: la peste como una respuesta o censura divina a la incontinencia e impiedad de una tribu o una ciudad.
AR: También observo que una epidemia grave destierra la solidaridad y la amistad, y favorece la exclusión. ¿Consideras que sea así?
AGT: Hay literatura histórica en torno a las pestes en la Edad Media que aventura la idea de que las epidemias eran utilizadas en parte como un recurso político para desplazar rivales políticos, segregar grupos sociales y lograr ventajas comerciales. En la actualidad, autores como Susan Sontag han sugerido que a la carga de ciertas enfermedades deben sumarse sus significados sociales.
AR: Asimismo, hay anotaciones escatológicas. ¿La peste trae consigo el asco?
AGT: La peste, al ser incurable y colectiva, se supone que trae consigo el espectáculo de la descomposición y la decadencia del cuerpo lo vuelve un fenómeno compartido.
AR: Me parece que cuando la peste corrompe, no sólo lo hace con los cuerpos, sino incluso con los dioses, las religiones y los sacerdotes. ¿Éstos sirven para algo cuando la epidemia se viene?
AGT: Cierto, la peste puede reflejar un castigo divino por una falta del individuo o la colectividad, pero también puede reflejar la inoperancia y decrepitud de una religión. En las ciudades antiguas, la peste podía traer consigo la decadencia de las religiones oficiales y el florecimiento de nuevos cultos. Ante la inoperancia de los dioses pululaban los magos y chamanes.
AR: Hay un par de textos que dedicas a la corrección estilística. ¿Cómo se relaciona ésta con la epidemia?
AGT: La parte de la peste y el lenguaje me parece fundamental en el volumen, pues muchas veces la peste no era producto de un pecado, sino de una errata, una forma inconsecuente de nombrar o dirigirse a la divinidad, lo que se reflejaba en una enfermedad del lenguaje, en una expulsión del paraíso original donde las palabras guardan una identidad con lo que nombran.
*Entrevista publicada en Replicante, junio de 2011. Reproducida con permiso del editor.
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