Para la mariguana, regulación,
libertad e información
Entrevista con Nacho Lozano*
Ariel
Ruiz Mondragón
El
accidentado camino a la legalización de la mariguana se ha visto empedrado y
retorcido por los múltiples prejuicios derivados de la ignorancia que existen alrededor de ella. En su
discusión aún pesan más consideraciones morales que la evidencia científica.
“Puro
chisme, puro mito, puras mentiras e invenciones. Ante la ausencia de
información recurrimos a la creatividad, la imaginación y los mitos. Por eso es
importante llenar esos vacíos con datos verificables y con historias con nombre
y apellido”.
Esto
último es lo que realiza de manera amena Nacho Lozano en su reciente libro Mariguana a la mexicana (México,
Grijalbo, 2018), en el que, con un estilo desenfadado (“conocer tiene su dosis
de diversión”), el periodista busca derribar mitos y presentar, desde diversos
puntos de vista y disciplinas, las complejas aristas de la legalización y uso
de la cannabis.
Lozano
es licenciado en Historia del Arte por la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Ha colaborado en medios como Máspormás,
Gatopardo y Newsweek, además de que ha conducido programas en Uno TV, W Radio,
CBS, Proyecto 40 e Imagen TV.
Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué hoy
escribir y publicar un gran reportaje sobre la mariguana, que es, como dice,
una “vieja amiga del ser humano”?
Nacho Lozano (NL):
Hay varias razones; la principal es porque es urgente regularla. Mientras tú y
yo estamos hablando se reproducen las víctimas de la guerra contra las drogas
en nuestro país, hay historias de desaparecidos. También hay usuarios que no
tienen el derecho para acceder a una salud integral que incluya no sólo innovación
y vanguardia en los medicamentos, sino un respeto a su exigencia de hacerse de
productos derivados de la cannabis que en la experiencia científica ha dado
buenos resultados.
Porque
es urgente que quienes son usuarios de la mariguana tengan el derecho
garantizado a acceder a ella de manera segura, con calidad, con información,
con divulgación científica acerca de lo que es la cannabis y sus efectos. No es
una droga inocua, sino que tiene efectos que deben ser divulgados y prevenidos.
Quien decida consumirla debe tener el derecho a hacerlo de manera segura, no a
través del mercado negro, no arriesgando su vida y su integridad al hacer
contacto con el crimen organizado, que es el que tiene hoy el monopolio de la mariguana.
El consumidor debe ser acompañado por el Estado para que pueda acceder a un
producto fiscalizado, y que esa recaudación fiscal pueda tener los beneficios
de una inversión en los sectores de salud, ciencia y educación.
Es
urgente escribir, sobre todo porque yo sé que son muy divertidas y entretenidas
las fake news, con las que nos
encontramos todo el tiempo. Hay colegas que se dedican a propagarlas porque son
un gran negocio, pero desafortunadamente hay muchas alrededor de la mariguana y
creo que es momento de eliminarlas.
AR: La última parte del libro está
justamente dedicada a combatir algunos mitos, pero para hacerlo se necesita
investigación científica. ¿En qué estado nos encontramos al respecto? Por
ejemplo, en Estados Unidos por el prohibicionismo era muy difícil realizarla.
NL:
Tenemos investigadores como Herminia Pasantes y otros personajes que tienen
talento, prestigio, una carrera reconocida en el ámbito académico nacional e
internacional, instituciones públicas y privadas que, en la medida de lo
posible, se han encargado de indagar los efectos síquicos, sicológicos y biológicos
de la mariguana. Desafortunadamente estamos en un momento en el que no se
invierte en investigación en general, y mucho menos en una droga satanizada
como esta.
Estamos
en un momento en que no se divulga esa información y nos quedamos retrasados.
Si lo pones en perspectiva, de los tres socios que forman parte del Tratado de
Libre Comercio, dos de ellos están dando pasos gigantes en la innovación
científica y de los productos de la mariguana, así como en su presentación en
términos de derechos humanos. Pero México sigue violándolos, entre un baño de
sangre, convertido en un cementerio y sumido en un oscurantismo que parece de
la Edad Media.
En
2018 seguimos prohibiendo el consumo de la mariguana porque creemos que da
cáncer, por ejemplo, y otros prejuicios que no tienen evidencia científica que
los respalde. Además, frente al tabaquismo, al alcoholismo y al azúcar, la mariguana
genera mucho menos daño. Pero tiene un aura creada por hipócritas, como han
sido los tomadores de decisiones en la historia de México, y que se ha
socializado exitosamente, lo que ha provocado miedo, desinformación, confusión,
mitos y choros alrededor de la mariguana.
En
eso nos encontramos. Pero si lo ponemos en perspectiva, en unos 20 o 30 años la
gente te dirá: ¿te cae que no podías fumar mariguana?, ¿de veras te metían a la
cárcel si te encontraban un porro y te inventaban el delito de tráfico de
drogas?, ¿había tantas personas en la cárcel acusadas de cometer delitos
relacionados con la mariguana? Sí, tal como hoy decimos: ¿te cae que hace 60
años las mujeres no tenían derecho a votar?
AR: Uno de los capítulos más
interesantes es el dedicado al amparo sobre uso de la mariguana que cuatro
personas obtuvieron de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el ámbito
legal, ¿cómo nos encontramos después de este caso y del de la niña Grace, cuya
enfermedad es atendida con un fármaco derivado de cannabidiol?
NL:
Creo que el hecho de que el ministro Arturo Zaldívar haya sido el ponente de
este proyecto de amparo significó un parteaguas en la vida pública de México.
Nos lleva a darnos cuenta, de entrada, de muchos asuntos a niveles personal y
público. En el primero: ¿sabías que existe el derecho al libre desarrollo de la
personalidad? Es uno que tú y yo no tenemos, y que es al cual apelaron estas
personas en ese primer amparo y luego en los subsecuentes, y al que tienen
acceso sólo seis personas. Pero es un derecho que ni tus lectores ni los míos
ni nuestras familias tienen. Ese derecho lo garantiza el proyecto del ministro
Zaldívar, quien fue acompañado por otros ministros que votaron a favor de él,
entre ellos Olga Sánchez Cordero. De manera que los mexicanos que quieran
exigir ese derecho se puedan amparar.
A
nivel público, uno de los aprendizajes es el que provoca la Suprema Corte por este
proyecto del ministro Zaldívar, que tiene que ver con obligar a los poderes
Ejecutivo y Legislativo a dialogar. Hoy estamos exponiendo una controversia
constitucional que tiene que ver con los derechos de la persona: libre
desarrollo de la personalidad, que choca con las leyes General de Salud, de
Seguridad Pública y otras, que tienen que estar en sintonía con el respeto a
ese derecho de los seres humanos, de los mexicanos.
Entonces
la Corte obliga al Poder Ejecutivo a dialogar con el Legislativo, y ver en qué
la han estado regando y qué hay que cambiar. Hubo una modificación a la ley en
2014, previa al amparo, pero también la reforma a la Ley de Salud que permite
el acceso a la mariguana para fines medicinales y recreativos, lo que nos
vuelve a llevar a la manera mexicana de resolver las cosas: vamos a calmar a
estos papás que están exigiendo acceso a medicamentos para mejorar a sus hijos,
vamos a tranquilizar a esos activistas revoltosos, a esos investigadores, a
esos miembros de la clase política que también exigen este derecho. Allí tienen
su reforma. Entró en vigor en junio de 2017 y se esperan 180 días para que haya
un reglamento que hasta la fecha no existe. Ese plazo se venció el año pasado,
pero se sigue perpetuando el desinterés de la clase gobernante sobre estos
temas. Dejamos los temas a medias, prohibimos sin sentido, hacemos como que
discutimos, pero a la hora de tomar decisiones en serio nos da miedo.
Esos
aprendizajes tendrían que llevarnos a no repetir el círculo vicioso porque la
burocracia es criminal, y el conservadurismo puede llegar a serlo: los fundamentos
de los prohibicionistas miran las condenas, y las hacen prevalecer por sobre la
ciencia, la exigencia de paz y el derecho de los demás.
También
debemos darnos cuenta de cómo somos discriminadores, cómo hemos sido parte de
este proceso de criminalización de los usuarios mediante las mentiras, lo que
nos hace aparecer peor. Nosotros, sin tener información ni pruebas científicas,
condenamos a los usuarios de la mariguana porque no nos interesa informarnos ni
leer esas evidencias porque nos da flojera ser respetuosos, y allí están las
consecuencias.
AR: ¿Cómo, mediante la política de
criminalización de las drogas, se han manifestado el clasismo y el racismo? Por
supuesto esto surge con Harry Anslinger, y llega hasta el ejemplo que pone de
los policías que en la calle sólo extorsionan al marihuano blanco, mientras que
al obrero moreno se lo llevan a la cárcel.
NL:
Veamos las historias de la gente que está en la cárcel acusada de delitos que
no cometió, que no tuvo dinero para dar la mordida que cobra la mayoría de los
elementos de Seguridad Pública, que nunca ha tenido dinero para financiarse un
abogado y eso la discrimina en términos de acceso a la justicia. Es tremenda esa
situación, pero es un gran negocio: es lo que encarece la droga, lo que la vuelve
atractiva para quienes desde el mercado negro se involucran en esta
comercialización, y que también se benefician del negocio de la impunidad y de
la corrupción.
Entonces
se sistematizan el racismo y el clasismo, y se vuelven un negocio, además de
que se democratiza la corrupción.
Lo
anterior se lo adjudicamos, en buena medida, a los servidores públicos, pero es
parte de nuestra educación en casa, de nuestra manera de ver a los usuarios y
de ver a la mariguana, lo cual tendría que terminarse. Somos los peores
educadores en casa; salvo excepciones, somos la llama de esa hoguera, y todo el
tiempo estamos echándole gasolina, no importan las repercusiones. Somos
indolentes ante esas historias de discriminación, racismo y clasismo porque
somos parte de ello, porque no nos interesa o nos parece divertido y normal.
Creo
que ahora tenemos una gran oportunidad para terminar con ello, para darnos
cuenta de dónde estamos, de las consecuencias de nuestra manera de hablar, de
referirnos y de actuar alrededor de quienes son víctimas de ese racismo y ese
clasismo para, de una vez por todas, terminarlo.
AR: Otra parte muy interesante del
libro es la referente a los clubes canábicos. ¿Cómo estamos en esos procesos de
organización, producción de consumidores?
NL:
Hay muchos amparos, muchos clubes canábicos que están buscando la manera de
hacer legal su producción. Por otro lado, de manera clandestina lo que buscan
es que los usuarios de mariguana la usen sin fumarse un brazo, una cabeza o
litros de sangre que se consumen de otra manera.
Son
hombres y mujeres que conocen la manera de producir mariguana, basados en
evidencia científica, y que se preocupan porque los usuarios accedan a ella de
manera segura y con calidad.
Entonces
ojalá y pronto veamos clubes canábicos, que el Estado mexicano los pueda
vigilar y exigirles calidad, seguridad, impuestos y los requerimientos que
cualquier emprendedor sigue en México. También que premie su innovación, su
manera de relacionarse con la mariguana, que creo es una manera respetable y
admirable, y que tendríamos que incentivar frente a otras drogas, como el
azúcar, el tabaco y el alcohol.
A
la hora de tratar a la mariguana y a las personas que, sin ser criminales, se dedican
a cultivarla y a armar estos clubes, no debemos más que respetarlas y
garantizarles seguridad.
AR: Sobre la educación, en el libro
trata varios casos, desde algunos que son muy liberales. Pero hay uno dramático
que viene casi al final del libro: un joven que tiene una enfermedad extraña
por la cual le duele el cuerpo todo el tiempo, y que ha encontrado un poco de
alivio en fumar mariguana. ¿Cómo el prejuicio ha afectado en lo personal, en lo
cotidiano?
NL:
Qué bueno que me preguntas eso. Esa historia a mí me hizo pedazos. Como
reporteros podemos tener esta sana lejanía de nuestro sujeto entrevistado para
tener una perspectiva que nos permita ver algo más allá que los sentimientos te
impiden observar. Sin embargo, yo no soy objetivo: uno como reportero no lo
puede ser. Decía Borges: desconfía de quienes te dicen que son objetivos porque
se vuelven objetos. Cuando uno escucha a esta señora que cuenta los miles de
pesos, prácticamente el total de la economía familiar, destinados a hacerse de
medicamentos derivados de la mariguana, y que son importados de manera
clandestina para ver mejorías en su hijo, es de verdad devastador.
Ella
llevaba años con un diagnóstico y un tratamiento que no hacía más que empeorar
la situación de su hijo. Cuando descubrió productos derivados de la mariguana,
que llevan procesos científicos y de calidad que han mejorado la salud de su
hijo, pues le cambió absolutamente la perspectiva y, sobre todo, le generó una
frustración: ¿por qué el Estado mexicano está en contra mía y de mi hijo? ¿Por
qué el sistema de salud no lo incluye? ¿Por qué si la experiencia internacional
ve en estos productos la posibilidad de tratamiento, México no me puede
garantizar ese derecho y no me puede dar esos productos? Pues por una serie de
prejuicios que rigen a la clase política porque no es de beneficio electoral,
no es aplaudido públicamente porque miedo e ignorancia son los que privan entre
los mexicanos, que no van a ver bien una decisión tomada en ese sentido.
Es
de verdad devastador porque aquellas personas se ven comprometidas y
violentadas financiera y socialmente, son discriminadas. Los pacientes son
víctimas, pero también sus padres, sus hermanos y quienes viven el drama por la
prohibición, porque alguien decidió que no se van a investigar los beneficios
de la mariguana, que no está bien visto consumir tetrahidrocannabinol: “No sé
qué sea, pero dicen que es el demonio; está prohibido y vamos a cumplir la ley”.
Hay
el testimonio de una prohibicionista que dice: “¿Para qué otro vicio si ya
tenemos el tabaco?”, reduciendo el uso
del cannabis a sólo una adicción, cuando es muchas otras cosas más: significa
destrabar una vida familiar, perspectivas a futuro para miles de niños que
están en esa situación porque simple y sencillamente al Estado mexicano no le
interesa la vida de uno de esos pacientes tanto como las elecciones. No le
interesa tanto como para legislar en serio para garantizarles estos derechos a
las familias. Es de verdad criminal la manera en que se gobierna y se legisla
en México.
Afortunadamente,
en los últimos años han surgido excepciones, nuevas maneras de gobernar, nuevas
perspectivas para cambiar y mejorar la vida de estas familias mexicanas.
Soy
optimista de lo que pueda pasar en los próximos meses.
AR: Uno de los requisitos para que
la gente pueda ejercer conscientemente su decisión respecto a la mariguana es
la información que le tiene que proporcionar el Estado, y no sólo él sino
también los medios de comunicación. ¿Cuál es la situación actual al respecto?
Nl:
El Estado mexicano es una vergüenza. Hubo una campaña de la Comisión Nacional
contra las Adicciones en la que el usuario de mariguana es un tipo que no
terminó de estudiar, sin trabajo, que habla y vive de cierta manera rara. Lo
único que hacen es alimentar los prejuicios que luego terminan en violencia, en
discriminación.
Entonces,
pésima la comunicación, la divulgación. Seguimos valorando a los usuarios de la
mariguana con la vara del siglo pasado, oscura, ignorante, desinformada,
criminal.
No
existe una comunicación de evidencia científica sobre la mariguana, no se
escucha ni se conversa con los usuarios sino se les califica, juzga,
criminaliza.
Entre
los medios de comunicación hay de todo: por ejemplo, los que prefieren no
meterse en problemas, cuya línea editorial es bastante conservadora, que
promueven la ignorancia por sobre la ciencia y el conocimiento. También hay
otros que están comprometidos con divulgar historias alrededor de la mariguana,
relatos de éxito, de emprendedores, de divulgación de experiencias en otros
países. Son historias de innovación, de vanguardia, que deberíamos publicar
más.
La
información te da poder para tomar decisiones sobre lo que vas a consumir, lo
que vas a desarrollar desde tu personalidad como ente individual y como
mexicano para exigir derechos, justicia, acceso a la salud y a la educación.
Una
sociedad informada de manera natural va a exigir que los académicos,
investigadores, científicos, casas de estudio y los laboratorios se empoderen.
Es
un trabajo integral. Estoy muy decepcionado de cómo lo ha comunicado el Estado
mexicano, pero reconozco que muchos colegas se interesan en el tema y lo
difunden no sólo respetuosamente, sino basados en la ciencia, dándole voz a las
víctimas. Esa es mi prioridad en este libro: reivindicar a las víctimas, a los
luchadores sociales, a los activistas, a los investigadores, a quienes han
muerto en el intento de cambiar este país con políticas públicas basadas en la
ciencia y no en la moral hipócrita de una serie de miembros de la clase
gobernante que viven del negocio del oscurantismo y la corrupción.
AR: Pero entre los políticos
también ha habido cambios; por ejemplo, recuerdo un pronunciamiento de varios
exjefes de Estado, entre ellos Ernesto Zedillo, a favor de la legalización.
Ahora Vicente Fox vende mariguana legal en Estados Unidos, Olga Sánchez Cordero
se ha manifestado a favor y Miguel Ángel Mancera tuvo alguna expresión similar.
Otro caso es el de Felipe Calderón, quien politizó el combate contra las
drogas. ¿Cómo ve esto?
NL:
Yo no metería a todos en la misma bolsa, hay que distinguirlos. No puedo poner
en la misma bolsa a Zedillo que a Fox; cuando el primero fue presidente no hizo
nada por regular el consumo de las drogas, y allí están las consecuencias. Fox
es cínico, irresponsable, cómplice e impresentable; un oportunista que mientras
fue presidente no hizo nada por garantizar el derecho de los usuarios ni por
invertir en ciencia alrededor de la mariguana y las drogas.
Calderón
es una vergüenza: ve en lo que convirtió a México: en un país desinformado,
prejuicioso, discriminador, clasista, racista, violento, oscuro, de muertos, de
desaparecidos, de lágrimas.
Le
siguió la estrategia Enrique Peña Nieto, aunque hace uno o dos años presentó
una iniciativa para aumentar la dosis personal de mariguana, pero su partido lo
maltrató al congelar la iniciativa y atribuirle derrotas electorales. La
iniciativa desafortunadamente no tuvo eco entre los oportunistas de su partido.
Ahora
tenemos a Olga Sánchez Cordero, a quien conocemos desde hace muchos años, que
votó a favor del amparo de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y
Tolerante, que fue consecuente en otras decisiones de la Suprema Corte y congruente
con lo que publica y lo que dice en los foros públicos. Arturo Zaldívar, quien fue
el ministro ponente, le cambió el rostro a este país al ponernos a discutir de
una manera distinta: pensando en los usuarios, en las víctimas.
Hoy
Sánchez Cordero será la primera secretaria de Gobernación que dice desde el
Ejecutivo que garantizará estos derechos e irá cambiando la manera en que se
pacifica el país. Ella está rodeada de gente que desde hace muchos años ha
investigado y ha sido activista de la regulación. Vamos a ver.
Lo
que espero es que esta nueva clase gobernante que está a punto de entrar
escuche a las víctimas, ponga atención a lo que ya se discutió y a lo que ya se
investigó, y que construya un modelo más chingón que cualquier otro modelo en
el mundo.
AR: Dedica justamente un capítulo a
experiencias de otros países y lugares; de ellas, ¿cuáles puntos considera que
servirían en México?
NL:
A mí me gustan mucho los modelos uruguayo, californiano, de Oregon, de
Columbia, de Colorado, de Canadá. Pero insisto: habrá que ver qué de algunos de
ellos podemos aplicar en Guerrero, qué condiciones son compatibles con Tamaulipas,
por ejemplo.
Me
gusta que el Estado vigile y se comprometa para que los usuarios accedan de manera
segura a productos de calidad derivados de la mariguana y que se inviertan
impuestos en la mejora de los servicios de salud.
También
me gusta que a Colombia le interese mucho la investigación y que sea
vanguardista con los científicos y con los académicos.
México
tiene para eso y muchísimo más. Ojalá todo esto se haga de la mano de estos
modelos, e insisto: pensemos en lo general, pero también en la construcción
integral de un modelo a nivel local.
AR: ¿Considera que se pueden
legalizar más drogas, como la cocaína y la heroína, por ejemplo?
NL:
Todas las drogas tienen que ser reguladas, desde mi punto de vista. Cada quien
decide lo que consume; la libertad termina donde comienza el derecho de alguien
más. Hay que respetar los derechos de los demás, independientemente de lo que
consuman.
Creo
que los mexicanos tienen derecho, en primer lugar, a información y educación
que les permita prevenir adicciones, dimensionar científicamente lo que
significa el consumo de estas sustancias. Las repercusiones de consumir azúcar
y las enfermedades que provoca, lo que implica consumir cocaína y sus
repercusiones, lo que significa consumir tabaco, nicotina, alcohol, tetrahidrocanabinol,
cannabidiol.
Una
vez que tengamos esa información y empoderemos a los ciudadanos, éstos van a
tomar mejores decisiones. Nadie quiere que los ciudadanos se mueran, no quiero
que los niños y los adolescentes comprometan su desarrollo físico por consumir mariguana.
No promuevo eso; lo que quiero es que haya derecho a desarrollar libremente
nuestra personalidad, que tengamos seguridad pública, acceso a servicios de
salud, que los consumidores dejen de ser vistos como criminales y que formen
parte de la toma de decisiones del país. Nadie mejor que ellos para configurar
y diseñar estas políticas públicas. ¿Alguien ya se sentó a escuchar, a ponerle
atención a un consumidor de cocaína, de heroína, de tabaco, de mariguana?
Considero
que el consumo implica muchas otras cosas que van más allá de “está mal que
consumas heroína”; tiene que ver con una problemática circunstancial de ese usuario:
dónde vive, a qué se dedica, qué sufre, cómo le llega la droga, desde cuándo y
por qué es usuario, cómo el Estado mexicano puede acompañar su consumo,
etcétera. Si el usuario empoderado decide y respeta el derecho de terceros, si
desea superar su adicción, pues que lo haga; si no, que el Estado le garantice
información, productos de calidad y atención médica.
Los
mexicanos no son bebés y el Estado no es una nana. Hay reglas, y si no afectas
a terceros nadie tendría por qué prohibir consumir lo que quieras.
AR: Estados Unidos tiene una larga
historia de prohibicionismo desde el acta de 1912, y hasta Trump, cuya vocera
dijo que no permitirán la legalización. ¿Cuál es el papel de ese país en esta
historia mexicana?
NL:
Somos un país soberano, que tiene tratos bilaterales con Estados Unidos, de los
cuales muchos han fracasado, como Rápido y furioso y la Iniciativa Mérida.
De
lo que dice Estados Unidos, a mí como ciudadano me lleva a decirle al Estado
mexicano quédate sin cuidado. A ti qué te importa lo que diga Trump, que ve su
ombligo y no ve lo que está pasando en más de 30 estados de la Unión Americana
que tienen regulado el consumo científico y medicinal de la mariguana, y hay
otro puñado de estados que lo tienen absoluto. Ahí está el distrito de
Columbia, en Washington (no sé si Trump sabe dónde vive, dónde está la Casa
Blanca y cuáles son las reglas de vivir allí).
La
relación es histórica, pero los expertos en seguridad responderán mejor que yo
cómo ha intervenido en las políticas públicas de México, cómo las ha
influenciado, sometido y condicionado.
Creo
que esta decisión debe mostrar carácter de la clase gobernante y de la clase
legislativa en México para demostrar la soberanía y para privilegiar no la
relación con Estados Unidos sino los derechos de los mexicanos.
AR: Para concluir: en el libro
menciona datos de encuestas, y en la que mejor le va a la legalización es una
que marca 46 de los entrevistados a favor, pero otras señalan un rechazo
considerable. ¿En dónde ve la esperanza de que ese estado de cosas pueda
cambiar?
NL:
Soy optimista porque es inevitable la regulación. ¿Quién la va a parar? ¿Quién
en la clase gobernante tiene el prestigio para negar la verdad y la ciencia?
La
verdad es que cuando hacemos las cosas a la mexicana cometemos estos errores,
pero también solemos tener muchos aciertos. Cuando la gente de verdad se
interesa y se vuelca en un tema lo hace en serio, y lo transforma porque se
apropia de transformaciones que son para su sociedad, para su realidad, para su
cotidianidad, para sus derechos, para su Constitución y para que la hagan valer
los servidores públicos.
Eso
ocurrirá en la medida en que los mexicanos tengamos acceso a la información, de
que nos demos cuenta de qué es la mariguana, qué efectos tiene y cuáles son las
consecuencias de la guerra contra las drogas. Que pare entenderlo no creamos en
las fake news sino en la ciencia. Ojalá
y este libro abone a ese empoderamiento y a un cambio de actitud.
Cuando
la gente toma el toro por los cuernos, no hay toro valiente.
*Entrevista publicada en etcétera, 6 de diciembre de 2018.
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