Las cartas de navegación de las
drogas
Entrevista con Ana Lilia Pérez*
Ariel
Ruiz Mondragón
Según
un informe de 2012 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo, alrededor del 80 por ciento del volumen del comercio mundial y más
del 70 por ciento de su valor son transportados por mar. Algo similar ocurre en
el ámbito del tráfico de drogas ilegales, especialmente de la cocaína.
Sin
embargo, pese a sus dimensiones, el trasiego de narcóticos por vía marítima ha
sido muy poco investigado, pese a la indudable importancia que tiene para las
organizaciones criminales internacionales, que la usan para conducir grandes
volúmenes de sus mercancías hasta los sitios más recónditos.
Recientemente
Ana Lilia Pérez publicó su libro Mares de
cocaína. Las rutas náuticas del narcotráfico (México, Grijalbo, 2014), para
cuya investigación se sumergió en las complejas y vastas redes delictivas que
constituyen rutas clave para sus actividades.
Sobre
ese libro conversamos con la autora, quien es licenciada en Periodismo por la
UNAM, además de que ha realizado diplomados en la Academia Mexicana de la
Historia, la Universidad José Martí, de La Habana y el Instituto Tecnológico
Autónomo de México. Ha colaborado en medios como El Financiero, Milenio, La Jornada, Excélsior, Esquire, Contralínea y Variopinto. Autora de cuatro libros, ha ganado diversos premios
nacionales de periodismo, como los otorgados por el Club de Periodistas de
México (2008, 2009 y 2010), el Consejo Ciudadano y el Pagés Llergo (2010). En
2012 ganó el Leipziger Medienpreis y a inicios de octubre de 2015 el Golden
Victoria para la Libertad de Prensa, que otorga la Asociación de Editores de
Diarios y Revistas Alemanas.
Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué hoy
publicar un libro como el suyo? ¿Cuál es su relevancia?
Ana Lilia Pérez (ALP):
Creo que este libro es revelador en muchos sentidos: por primera vez se está
hablando de un fenómeno que hace posible la operación de las mafias a nivel
mundial. En toda la región de América tenemos todos los días muchísima
información de la operación de grupos criminales, sobre todo en México al ser un
país con organizaciones delictivas que se han destacado internacionalmente por
su nivel de operación y de violencia, lo que significa un gran reto.
Hay
mucha información y muchos libros sobre narcotráfico, pero ninguno había
hablado sobre el tráfico de drogas a gran escala por mar, que es un mundo
aparte, muy diferente en su mecánica a la que emplean las organizaciones
criminales en tierra. La marina es la infraestructura que hace posible que
entre el 70 y 80 por ciento de las drogas se muevan por todo el mundo. Es la
infraestructura de operación real, efectiva, de las organizaciones criminales a
nivel internacional, y en ella actualmente los cárteles mexicanos tienen
preponderancia: hablando en términos genéricos, son los que dan la patente de
corso para el tráfico de cocaína, que es la droga de principal consumo a gran
escala.
Es
un libro que contiene información inédita en muchos sentidos, lo que fue el
objetivo principal de este libro. Yo tuve acceso a ese ámbito náutico, y creo
que es muy importante que la sociedad mexicana conozca esta información, pero
también que los gobiernos reflexionen sobre el hecho de que en los niveles de
violencia y criminalidad que se viven hoy en México tienen responsabilidad todo
aquellos países a los que los criminales mexicanos llevan sus mercancías y donde
operan.
La
realidad, que han reconocido las autoridades entrevistadas para este libro, es
que los cárteles mexicanos han logrado un nivel de expansión inédito e inaudito
dentro del mundo de las organizaciones criminales. Creo que es tiempo de que se
reflexione que si se pretende hacer un combate real al crimen organizado se
debe hacer de manera global.
El
libro, cuyo tema es inédito, nos hace reconfirmar que, en muchas ocasiones, la
realidad supera a la ficción: hemos vivido muchas veces engañados suponiendo
que el crimen opera de una manera, y el nivel de operación que tiene va muchos
más allá de lo que podemos pensar.
AR: Menciona el dato de que entre
el 70 u 80 por ciento de la cocaína que circula en el mundo es transportada vía
marítima. Esto ha sido muy desatendido por las autoridades. ¿Por qué?
ALP:
Las autoridades son las que nos lo deberían decir. Se habla de operativos en
México y de la detención de algunos renombrados traficantes que han sido
encarcelados, pero las organizaciones criminales mantienen a flote sus
negocios.
A
mí me llamó muchísimo la atención que, al entrevistar a funcionarios del área
de inteligencia de gobiernos europeos, ellos me comentaban que, a pesar del
nivel de preponderancia que tienen los cárteles mexicanos, no haya un trabajo
en conjunto con el gobierno mexicano para tratar de atajar los negocios de
estas mafias. Por ejemplo, en el seno de la Unión Europea se vio que era
necesario frenar el flujo de drogas vía marítima porque de esta forma es como
se mueve la mayor parte de las drogas. En un trabajo de inteligencia conjunta, autoridades
de varios países de Europa se unieron para hacer investigaciones por mares y
puertos de todo el mundo.
Yo
decía: “Si en mi país se libra una guerra contra las drogas, ¿cómo no hay
colaboración con estas autoridades?, ¿cómo no hay un trabajo de inteligencia?”.
Yo no me puedo explicar más que por la corrupción el hecho de que los cárteles
mexicanos hayan logrado el nivel de expansión que tienen, una capacidad que los
lleva a proveer de drogas los puntos más recónditos del Pacífico, Australia, los
países africanos, de Europa del Este, y a tener asociaciones criminales con
organizaciones rusas e italianas, por ejemplo.
AR: Algo que llamó mi atención es
que aún destaca a los Arellano Félix. Al contrario de muchos comentaristas, usted
dice que siguen teniendo un gran poderío, en buena medida por el control de las
rutas que pasan por Tijuana y Ensenada.
ALP:
Es un tema muy interesante. Si revisas los discursos oficiales de la última
década, encuentras declaraciones que hablaban del desmantelamiento total de la
red de los Arellano. Hay informes muy recientes del gobierno estadounidense en
los que se considera a esa banda como una de las organizaciones que mayor nivel
de operación tienen aún en el ámbito marítimo.
Refiero
la manera en que operaba la banda de los Arellano porque fueron ellos los
primeros mexicanos en organizar perfectamente su red de tráfico de drogas. La
historia oficial es que El Mayel era
un operador que fue detenido y que allí se acabó la historia. En realidad, los
Arellano eran estrategas que dominaron perfectamente el ámbito náutico:
reclutaron capitanes y tripulaciones enteras. No sólo organizaron este ámbito
sino que además fueron los que impusieron el derecho por el uso de mares.
Hay
informes, incluso los últimos del gobierno mexicano, donde se señala que
algunos grupos asociados a los Arellano siguen operando. ¿No que había quedado
desmantelada esa red?
En
la actualidad ni uno solo de los cárteles mexicanos ha sido desmantelado por
completo; al contrario, se habla de muchas ramificaciones que han ido
surgiendo.
Otro
grupo, por ejemplo, es el de los Beltrán Leyva, quienes, a pesar de que algunos
están muertos y otros encarcelados, siguen operando en el ámbito náutico.
Lo
que ocurre en el ámbito marítimo está ajeno a los gobiernos pero también a la
sociedad en su conjunto, a pesar de que es el que hace posible el comercio
internacional. Es un eje principal de la economía de todo el planeta y, sin
embargo, ha estado al margen de la vigilancia de los países en muchas regiones.
Tan es así que algunos puertos son identificados prácticamente como
narcopuertos, en los que quienes mandan son los traficantes.
Aquí
también debemos agregar que la operación de los traficantes vía marítima no se
limita únicamente al tráfico de drogas sino también de armas, y ponen en
circulación otros productos para lavar dinero (allí están los casos de la
Familia Michoacana y de los Caballeros Templarios, que desde el puerto de
Michoacán mandan mercancías a la ruta Asia-Pacífico, que es una de las más
importantes para el comercio internacional). Lo mismo ocurre en las regiones de
Europa y Asia; yo cito el caso de los traficantes de Oriente Medio que tejen la
heroína en los finísimos tapetes persas.
En
el ámbito marítimo es donde ha habido una innovación tremenda, por ejemplo en
mandar un contenedor de chile piquín con cocaína. Parecería una locura, pero lo
que ocurre es que la cocaína se separa mediante un proceso químico. Todo tiene
una lógica en este ámbito: mandar un cargamento de una mercancía a granel
implica que si una autoridad quiere revisarla deberá tener una infraestructura
muy buena para hacerlo. En muchos lugares las autoridades no se arriesgan a
esas revisiones porque implican costos muy altos y detener una embarcación
puede significarles demandas multimillonarias.
En
este negocio hablamos de muchísimo dinero que está en circulación todo el
tiempo. y es un ámbito del que los traficantes han sabido sacar muy buen
provecho.
AR: Dice que allí participan desde
los pescadores hasta jeques, banqueros, navieros, armadores…
ALP:
Está el caso de la gente de la FIFA, que también aprovechaba…
AR: También hay políticos y
autoridades. ¿Cómo están imbricadas las partes legal e ilegal?
ALP:
Es que en el ámbito marítimo, a pesar de las regulaciones, de los avances en
normas y de infraestructura, la ley que impera es la del siglo XV, de la
piratería, de los corsos, de los traficantes, del naviero que va a transportar
lo que le deje más ganancias. Por eso encontramos a gente de todo tipo que ha
visto en el tráfico de drogas un negocio mucho más redituable que tener dinero
en un banco o en la Bolsa de Valores.
La
cocaína es la mercancía más redituable que existe: compras un kilogramo de
cocaína en países productores, como Perú y Colombia, en 700 u 800 dólares, y un
solo gramo lo puedes vender en ese mismo precio si lo llevas a lugares como
Australia. En México vemos en un mapa las Islas Marshall, en el Pacífico, y
pensamos que es un lugar muy lejano; pero resulta que desde ese lugar los
traficantes mexicanos traen los barcos para mandar cocaína en tiburones a sitios
como Progreso o Estados Unidos.
Esto
nos lleva a concluir que para los traficantes el mundo es mucho más pequeño que
para el resto de nosotros. Ellos sí han sido visionarios e innovadores en el
ámbito marítimo.
LA GANANCIA, EN EL TRANSPORTE
AR: En el libro se observa que los
primeros traficantes de droga contemporáneos eran colombianos, como Carlos
Lehder y Diego Montoya. ¿Cómo fue que los colombianos fueron desplazados por
los mexicanos en el control de los mares?
ALP:
Allí encontramos también una de esas ironías: con el famosísimo Plan Colombia,
que fue uno de los más duros para el combate al narcotráfico y se llegó a la
detención de renombrados capos. Esto fue una veta de oportunidad para
traficantes mexicanos.
Desde
tiempos de los Arellano Félix, por ejemplo, ellos ya enviaban a sus operadores a
mercados como el peruano, que es uno de los principales proveedores de cocaína.
También comenzaron a tener operación directa en puertos colombianos.
También
hago referencia a cárteles colombianos de los años ochenta, como el de Cali, o
el del Norte del Valle en los noventa, porque muchos de los proveedores de esos
cárteles, a pesar de estar huyendo de la DEA, seguían operando en el ámbito
marítimo: se trasladaban a otro país y desde allí tendían sus redes, en
sociedad con los cárteles mexicanos.
Los
grupos mexicanos fueron haciéndose poco a poco también de sus propias
embarcaciones y de las rutas de operación. Tan es así que ahora mismo, en zonas
del Caribe, muchas de las embarcaciones pesqueras que se emplean para traficar
droga son propiedad de cárteles mexicanos. Yo cito muchos casos de operadores
de cárteles que se han asentado en distintos países de la región.
Uno
de los factores principales que lleva a que los mexicanos tengan también un
nivel de operación mucho más efectivo, es que en el gran negocio de las drogas
la mayor parte de la ganancia está en su transporte y en su distribución, no
tanto en su producción.
AR: Llaman también la atención los
efectos sociales que tiene la llegada de las bandas delictivas. En el libro
relata el caso de Buenaventura, Colombia, donde se hace un tráfico gigantesco
por el que entra mucho dinero, por lo que uno pensaría que debería haber cierta
prosperidad. Pero no: dice que es una comunidad más bien pobre. Por el Plan
Colombia también se dio la ocupación de los territorios de la Amazonia, por lo
que ha habido conflictos con los pueblos indígenas. ¿Cuál es el impacto social
que han tenido las actividades de los narcotraficantes en esos ámbitos?
ALP:
Eso es muy importante porque hemos hablado del dinero criminal: los banqueros
ganan con el dinero negro del narcotráfico, pero éste y la operación del crimen
organizado no sólo traen muerte, como vemos en México, sino una degradación
social asociada.
Buenaventura
es identificado como uno de los puertos de mayor operación del narcotráfico. En
el libro se citan casos de navieros que operan desde allí, y cuyo negocio
principal es el tráfico de drogas. Sin embargo, en ese lugar, donde se mueve
tanto capital, el dinero no tiene ningún beneficio para la población local sino
al contrario. La única aspiración de la gente que está en la pobreza total es
buscar integrarse al barco de un traficante porque es el que ofrece más dinero,
y al pescador lo pueden detener porque siempre va a ser el eslabón más débil.
En
esos lugares se crea un círculo vicioso y hay un clima de violencia. Está el
caso tan claro de Ciudad del Carmen, en México, que es una isla que es el
sostén de la economía de todo un país, y donde ves las calles sin asfalto, que
es una triste realidad.
Cito
un caso muy dramático: una tripulación que vive traficando un cargamento de
millones de dólares, pero que no puede comer más que carne de perro engordado
con ratas. Esa es una realidad. Es como en el negocio de las drogas vía
terrestre: el dealer de la calle es
el que más expone, y no sé de cuánto serán sus ganancias, pero es el eslabón
más bajo dentro de las estructuras criminales. Igual ocurre en el ámbito
marítimo.
En
África hay pueblos que hasta hace una década no sabían siquiera lo que era la
cocaína. La operación de los cárteles mexicanos en esas regiones, en lugares muy
depauperados, donde los traficantes ofrecen pago en especie, ha enviciado
pueblos enteros. Ahora se reconoce a Guinea como el primer narcoestado del mundo, y eso es efecto del nivel corruptor que
tiene el crimen organizado.
AR: Algunas personas han trabajado para
combatir el narcotráfico por la vía marítima. En el caso de Europa usted habla
de los inicios de Baltasar Garzón, de Paolo Borsellino y de Giovanni Falcone.
¿Qué se puede rescatar de la herencia de estos tres jueces?
ALP:
En Europa se identificó el problema creo que antes que en América (en esta
región la información es prácticamente inédita). Allá Garzón, como juez de
instrucción, comenzó a recibir expedientes de navieros gallegos implicados en
el tráfico de drogas asociados con latinoamericanos. Por su oficina pasaron
traficantes de todo tipo.
Creo
que ha habido grandes figuras que han intentado combatir a las mafias, como los
jueces Falcone y Borsellino, que son héroes en Italia. Cuando hice este trabajo
de investigación entrevisté a quien entonces era el alcalde de Palermo, quien
fue uno de los pocos políticos o funcionarios públicos que le plantó cara a la
mafia y que aceptó ser la parte acusadora contra más de 400 mafiosos de la Cosa Nostra, en tiempos en que esta
tenía el control total de las calles de Sicilia y que ejercía un nivel de
violencia que replicaron los cárteles colombianos. Esa fue una de las
experiencias más interesantes para esta investigación: contar y documentar cómo
han mutado las mafias para pasar de ese nivel de violencia extrema y de querer
hacerse visibles, a ser una mafia más sofisticada, corporativa, que hoy opera
en sociedad con la mafia mexicana, que es socia de la Cosa Nostra y de la de Calabria para los embarques de coca que
envían a ese país.
También
fue una gran experiencia ver cómo en lugares como Corleone, que ha sido identificado
como la cuna de la mafia, una de las acciones del gobierno fue incautar los
bienes de la mafia y entregárselos a sociedades cooperativas que hoy los
explotan en beneficio de la sociedad. Hablo de fincas o tierras que eran
propiedad de capos y que ahora están siendo puestas a producir por los
lugareños.
Eso
es intentar regresarle un poco a la sociedad de todo lo que la mafia le quita,
porque ésta le roba no sólo con prácticas como el derecho de piso sino también la
tranquilidad. Esta degradación es un daño a la sociedad.
Entonces
pude ver directamente esas experiencias de países que pasaron por situaciones
como las que hoy vivimos en México y ver que sí puede haber alguna salida, que
puede haber personas que sí busquen combatir a la mafia de manera real. Eso debería
ser una gran lección para otros gobiernos: que se determine que sí hay manera
de combatir al crimen organizado, pero no es con enfrentamientos, con policías
en las calles, sino con mucha inteligencia financiera y ponerla en práctica para
combatir a las mafias.
AR: En el libro hace referencia a
los casos de América, África, Oceanía y África, pero casi no encontré
referencias a Asia. ¿Qué pasa en este continente?
ALP:
Asia debe ser un foco de interés principal para los gobiernos de todo el mundo,
primero porque allí operan los puertos más importantes y también porque en
ellos se hace transferencia de armas para las mafias mexicanas y desde allí se
embarcan indocumentados que trafican las organizaciones criminales. En los
últimos años se ha sabido también de la operación de grupos vinculados a
organizaciones criminales mexicanas que han colocado en Asia lugares para el
refinamiento de la cocaína y, en sentido contrario, para enviar heroína hacia
México.
Los
precursores químicos que se utilizan para la industria de las drogas vienen de
Asia, y una de las rutas principales que se usa es la Asia-Pacífico, la que yo
describo.
AR: En el libro se recogen algunas
declaraciones acerca de la disputa por los puertos: un policía alemán dice que
hay menos violencia que por las vías terrestre y aérea. ¿Cómo se pelean estos espacios?
ALP:
A diferencia de lo que ocurre en tierra, en la vía marítima incluso encontramos
grupos antagónicos que se asocian para transferir las drogas. Los traficantes
no están peleándose por el paso de la droga: sus esfuerzos están enfocados en
buscar la ruta más segura para enviarla. Incluso hay muchos casos en que esos
grupos se asocian para usar una misma embarcación, y entonces recurren a esta
estrategia de identificar sus propios cargamentos.
Los
traficantes también buscan reducir los costos; es decir, se opera a un nivel
mucho más sofisticado y corporativo. No encuentras dos grupos rivales que se
agarren a balazos, nada de eso ocurre. Ha habido, sí, muertes, brotes de
violencia, que se han generado sobre todo cuando hay la pérdida de algunos
cargamentos en alta mar por cualquier circunstancia, como la sospecha de un cártel
de que quien estaba encargado de llevar la droga lo traicionó. Por eso es que
una de las medidas de protección es exigir en prenda a una persona: hay
navieros que se quedan empeñados con los cárteles mientras sus barcos entregan
la droga que se les encomendó. Esto es algo que ocurre con frecuencia.
Pero
en este ámbito náutico los cárteles lo que buscan es mayor ganancia con menos
costo, por eso es que incurren en asociaciones que en el ámbito terrestre
parecerían impensables.
MÁS ALLÁ DE LOS GOBIERNOS
AR: ¿Qué tienen que hacer las
autoridades tanto nacionales como internacionales para dar la batalla en un
ámbito tan extenso como el mar?
ALP:
Por lo que he visto en otros países y tras entrevistar a los mayores expertos
en este ámbito, lo primero es que la autoridad reconozca que existe esta
industria paralela, que la ley de la selva impera allí. Necesitamos que se vea
cuál es el ABC de la gran infraestructura marítima que emplean las
organizaciones criminales. Creo que una buena primera medida sería hacer ese
trabajo de inteligencia para identificar cuáles son éstas y los grupos legales
que colaboran con ellas. Es claro que las mafias no usan barcos pirata sino
legales, porque si un barco está legalizado, tiene sus documentos y su
identificación, esto les facilitará la operación porque es más difícil que una
autoridad los revise. Esto les da más seguridad porque su operación está montada
dentro de la misma estructura legal.
Lo
primero es que esto sea identificado, y para ello se requiere trabajo de
inteligencia; si no, entonces el llamado combate al crimen organizado será una
simulación. De nada sirve que saques a un batallón a combatir a un grupo de
traficantes en tierra si por la vía marítima se mueven los grandes flujos de
droga, que es la gran ganancia de los traficantes. Además, muchas veces las
mulas o los cargamentos que los traficantes mandan por la vía terrestre son
detenidos porque ellos mismos los delatan para cubrir las cuotas de
incautaciones. Mientras estos decomisos muy menores se hacen, la droga circula
libremente por mares y puertos.
AR: En este tráfico marítimo y su
combate, ¿tienen que ver algo los regímenes políticos? Encontramos en el libro
desde democracias en diversos grados hasta teocracias como Irán. ¿Hay alguna
diferencia?
ALP:
Ninguna. Yo planteaba en el libro que en este ámbito los traficantes, sean de
la nacionalidad que sean, están mucho más allá de cualquier gobierno y de
cualquier ideología. Están muy por encima, incluso, de las normas de la
política: operan en países socialistas, capitalistas o de las ideologías más
diferentes, como Estados Unidos, Venezuela, los rusos o gobiernos más
neoliberales, por ejemplo.
En
este ámbito marítimo las mafias están más allá de cualquier gobierno: es el
real libre mercado.
AR: Para la realización de este
libro ¿qué riesgos corrió?, ¿sufrió algún tipo de amenazas o amagos?
ALP:
Es un tema muy delicado, en el que tienes que andar con mucho tiento por el
crimen organizado. No vas y buscas entrevistar a un traficante que
declaradamente lo es, o a uno preso. Estás indagando a muchos delincuentes de
cuello blanco, a empresas respetables, un ámbito aparentemente legal. Detrás de
eso está el verdadero crimen organizado, y eso es mucho más peligroso que
entrevistar a un narcotraficante declarado, porque a veces no sabes con quién
estás hablando. Por supuesto que los criminales no van a querer que la
información se conozca.
Creo
que todas las investigaciones que he realizado han implicado muchos riesgos…
AR: Al principio del libro dice que
por sus anteriores trabajos tuvo que dejar el país…
ALP:
Sí, el tipo de investigaciones que yo hago han implicado siempre un riesgo.
Pero son retos que uno siempre tiene que ir enfrentando día con día. Considero que,
en comparación con los colegas de otros países, los periodistas mexicanos
podemos decir mucho más que vivimos al filo del peligro. Esa es una realidad para
el periodista mexicano, y no sólo para el que cubre temas declaradamente
peligrosos. En este país ha habido muchos periodistas víctimas. Nuestro país es
identificado como el más peligroso para ejercer el periodismo a nivel
internacional.
Antes
de la realización de este libro, por otras investigaciones periodísticas tuve
amenazas de todo tipo. Creo que mi definición de seguir trabajando en estos
temas, que es importante que se conozcan, también impulsa al periodista a
seguir adelante.
*Entrevista publicada en Replicante, 3 de noviembre de 2015.
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