lunes, mayo 02, 2016

Los Zodiaco: la injusticia como creación mediática. Entrevista con Emmanuelle Steels*


Los Zodiaco: la injusticia como creación mediática
Entrevista con Emmanuelle Steels*
Ariel Ruiz Mondragón
Hace poco más de 10 años, el 9 de diciembre de 2005, las televisoras nacionales más importantes transmitieron en vivo la supuesta detención, en un rancho, de un par de personas: un mexicano, Israel Vallarta, y una francesa, Florence Cassez, presuntos secuestradores de tres personas, que en ese operativo fueron supuestamente liberadas.
Aquellas imágenes dieron origen a uno de los casos más escandalosos a que han dado lugar los sistemas e instituciones de seguridad y justicia del país, en buena medida por sus repercusiones internacionales. Una parte de esta historia concluyó con la liberación de Cassez por el amparo que le otorgó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en enero de 2013; sin embargo está pendiente otra parte no menor: el proceso que enfrentan seis miembros de la familia Vallarta, acusados de integrar la banda de secuestradores Los Zodiaco.
Al respecto, en su libro El teatro del engaño. Buscando a Los Zodiaco, la banda de secuestradores que nunca existió (México, Grijalbo, 2015), la periodista belga Emmanuelle Steels escribe: “Los Vallarta son los mexicanos en la sombra de Cassez. La justicia es incapaz de procesarlos, juzgarlos, sentenciarlos. Diez años después, jueces y ministerios públicos siguen pedaleando en el lodo de la presunta investigación policial, paralizados por las consignas políticas. Poco importa, porque Israel y sus familiares ya fueron condenados por el tribunal mediático”.**
Steels (Bruselas, Bélgica, 1976) realizó una amplia investigación periodística en la que pone severamente en entredicho ese viciado proceso, en el que, para intentar sustentar las acusaciones, las autoridades mexicanas recurrieron lo mismo a una escenificación para televisión que a la tortura. Así, sobre bases muy endebles, fabricaron la culpabilidad de la banda de Los Zodiaco —cuya existencia es muy dudosa, por decir lo menos, según muestra el libro—. En esa perversa elaboración tuvieron un papel muy destacado los medios de comunicación, periodistas y articulistas.
Sobre ese libro conversamos con Steels, quien realizó estudios de filosofía y periodismo. Es corresponsal para varios medios de Francia, Canadá, Bélgica y Suiza, como Libération. En México ha colaborado en publicaciones como Proceso y Gatopardo.       

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué escribir y publicar un libro sobre un asunto tan polémico, tan abordado, tan discutido?
Emanuelle Steels (ES): Por varias razones sencillas: primero, porque se trata de un caso mexicano aunque siempre se le ha llamado “el caso de Florence Cassez, la secuestradora francesa”; pero cuando se indaga un poco más en este expediente, se ve que no es tal no solamente porque ella no es secuestradora sino porque ese caso abarca mucho más.
Tiene sentido hablar de los mexicanos que se vieron involucrados en ese caso porque es excepcional desde muchos aspectos: en mi opinión resalta, principalmente, el hecho de que ha sido un engaño nacional que ha perdurado durante 10 años, por lo que la mayoría de la opinión pública sigue engañada por este montaje mediático. Finalmente, aunque se sepa que fue un montaje, la mayoría de la gente sigue pensando que lo que se vio en televisión era real, que eran secuestradores sorprendidos in fraganti en su casa con los secuestrados.
Segundo, porque es un caso que incluye la participación de los más altos funcionarios del Estado en ese momento, lo cual creo que es muy importante. Y tercero, porque no se ha hablado de los mexicanos: es toda una familia. Israel Vallarta es un hombre bastante común, que no tiene ningún perfil criminal ni el tiempo ni la motivación para cometer el tipo de crímenes de los que se le acusa, y mucho menos todavía sus sobrinos, que son jóvenes muy tranquilos, de unos 30 años cuando los detuvieron, que tienen familia, con trabajos formales.
Se trata de seis hombres de una misma familia: Israel, dos de sus hermanos y sus tres sobrinos, quienes han sido torturados y han vivido una auténtica pesadilla en el sistema judicial mexicano sin obtener, hasta hoy, una sentencia. Esto lo hace, desde diferentes puntos de vista, un caso excepcional: que esté involucrada toda una familia para satisfacer, finalmente, una necesidad política.

AR: Mencionó la tortura: además del montaje televisivo, para sostener este proceso se recurrió a ella. Se presume en el libro que incluso Ezequiel Elizalde, uno de los secuestrados, podría haberla sufrido, y también está el caso de David Orozco, otro inculpado y que fue utilizado para incriminar a los Vallarta, por ejemplo, quien finalmente murió. Incluso llega usted a decir que en aquella transmisión televisiva donde, de manera ficticia, se detuvo a Israel Vallarta y a Florence Cassez, la tortura fue en vivo. ¿Qué ha ocurrido en este caso al respecto? Lo pienso también desde la perspectiva de que, por ejemplo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) surgió para combatir la tortura.
ES: La tortura es el ingrediente menospreciado de este caso. Ahora que México prepara una ley integral sobre ella es un muy buen momento para analizarlo, porque hasta hoy se sigue encubriendo la tortura y tratando de negarla.
Lo primero que hay que mencionar es que es un caso excepcional porque es el único caso de tortura en vivo en televisión que hay en México. Este punto las autoridades no lo pueden negar: allí están las imágenes en internet (aunque las están borrando regularmente), y son la prueba de que Israel Vallarta fue torturado en televisión.
Hay un tema muy importante que ya fue subrayado por la Suprema Corte en su decisión de liberar a Cassez: la dilación en la puesta a disposición del Ministerio Público. Así ocurrió en los tres eventos que conciernen a la familia Vallarta: la detención de Israel en 2005; luego, en mayo de 2009, las de René, Juan Carlos y Alejandro, y en abril de 2012 las de Mario y Sergio. Hubo también falsificación de los reportes policiales para posponer la fecha de las detenciones, cuando realmente la familia puede demostrar, con sus visitas a la CNDH, que las detenciones fueron anteriores y que las autoridades retrasaron la hora para disimular los eventos de tortura. Esto es muy importante en la preparación de esta ley que se propone ahora.
Hay que agregar la negación a Israel Vallarta, durante varios años, de la realización del Protocolo de Estambul. Eso no ocurrió con sus hermanos, y trato de diferenciarlos: es interesante porque la detención de mayo de 2009 fue muy violenta y brutal, en un momento en el que claramente el caso estaba en un momento diplomático de máxima tensión: Nicolás Sarkozy acababa de irse de México pidiendo el traslado de Cassez a Francia. Apareció también el video de David Orozco, quien inculpaba a los Vallarta y que también fue torturado.
Todos esos elementos se dieron en una coyuntura interesante porque la Policía Federal realizó esa detención sin identificarse y con órdenes de aprehensión que no corresponden exactamente con las personas que finalmente fueron aprehendidas. Pero allí la Procuraduría General de la República (PGR) reaccionó: Eduardo Medina Mora ordenó una investigación interna sobre cómo se realizó esa detención, la cual sigue ahora. Allí hubo un embrión de voluntad de la PGR de averiguar qué había pasado con esa acción, que fue totalmente escandalosa.
En este caso de 2009, y que es algo que me llama mucho la atención, la tortura ni siquiera sirvió para sacar una confesión sino para utilizar a las personas para que acusaran a otras. La obsesión de la Policía Federal por Cassez e Israel Vallarta le llevo a decir a los torturados, “¿qué quieren qué les diga? Pero ya dejen de torturarme”, y los policías les contestaban “dinos que la puta francesa es una secuestradora”.
En el caso de los hermanos y los sobrinos de Israel Vallarta sí se ha aceptado el Protocolo de Estambul, y hay dictámenes de la PGR que acreditan la tortura, pero han querido enterrarlos. Lo que ha pasado en el caso de los sobrinos es que ahora están volviendo a llamar al perito que realizó el protocolo para que cambie su dictamen y decir que se equivocó y que no hubo tortura, cinco años después y sin volver a verlos.
Hay una voluntad oficial de que la tortura no salga a la luz, pero sí la ha habido y está acreditada por todas las instancias. Le han querido quitar a los inculpados el reconocimiento de su tortura, que era lo único que ellos habían logrado.

AR: Otra parte importante es la de las víctimas. Una buena parte del discurso de las autoridades y de muchos articulistas sobre el caso de Los Zodiaco es que las víctimas, Ezequiel Elizalde, Cristina Ríos y su hijo, los identificaban plenamente. ¿Qué ocurrió con los testimonios de Elizalde y Ríos? En gran medida el libro está dedicado a señalar las numerosísimas contradicciones y mentiras en que cayeron en sus declaraciones.
ES: Creo que las víctimas son, primeramente, víctimas del montaje. Es importante no quitarles su estatuto de víctimas: efectivamente, sólo nos estamos equivocando de culpables. Muy probablemente estas personas nunca fueron víctimas de la familia Vallarta y tampoco es que estén mintiendo: una víctima de secuestro no sale con la fantasía de mentir por puro gusto.
Considero que las declaraciones de las víctimas son una muestra más del alcance diabólico de este montaje, de la brutalidad de las autoridades, que están utilizando el dolor, el drama que han vivido esta señora, su esposo y su hijo, y Ezequiel Elizalde, muy probablemente también porque se ha puesto en duda si fueron secuestrados o no. Yo creo que sí fueron secuestrados y que no debemos dudar de su palabra en ese sentido; pero lo terrible es cómo los están utilizando las autoridades y cómo les están impidiendo acceder a la justicia por, finalmente, hacer este montaje.
Lo que claramente se detecta en sus testimonios es que son inducidos, recuerdos plantados. El caso del niño debería ser estudiado por especialistas, porque creo que le han plantado recuerdos, que es un proceso que en investigación criminal está reconocido por los sicólogos y los peritos: se puede hacer, y las autoridades manejan muy bien ese tipo de técnicas.
Los casos de las tres víctimas son diferentes; en lo referente a Ezequiel, no es solamente la declaración de Israel Vallarta, quien dijo: “Reconozco la voz del joven (Ezequiel) que estaba siendo torturado en la SIEDO (Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada) durante la noche del 8 al 9 de diciembre de 2005; la declaración que él hizo cuando lo estaban torturando me la atribuyen a mí”. Después, las hojas en blanco que le hicieron firmar a Israel probablemente son de algunas cosas que habría declarado Ezequiel sobre su padre: que se dedicaba al secuestro, a las escuchas telefónicas y ese tipo de cosas.
También en el análisis de las imágenes del montaje se ve cómo una de las personas que la Agencia Federal de Investigación (AFI) presentó como víctima estaba siendo sometida: es Ezequiel, que cada vez que tenía que dar su testimonio a las cámaras, llegaba un agente de la AFI, le ponía la mano en el cuello y lo presionaba para que declarara, suponemos, en cierto sentido: acusando a Vallarta y a Cassez. En ese sentido Ezequiel no tiene falla en su declaración: inmediatamente, desde el primer minuto, los acusa a ellos. Pero está claro que estaba siendo presionado.
El primer testimonio de Cristina es muy interesante: cuando le presentaron a Israel Vallarta y a Cassez en la cámara de Gesell dijo: “Yo no conozco la voz de estas personas; nunca las he visto, no relaciono su voz ni su físico con mis secuestradores. Si bien es cierto que nunca los había visto, a estas personas las reconozco porque las he visto esta mañana en el rancho Las Chinitas”, lo cual es cierto porque estuvieron en el montaje, eso nadie lo puede negar. Y añadió: “Estoy enterada, por boca de los agentes de la AFI, que ellos son parte de la banda que me secuestró”. Allí se ve cómo está inducido su testimonio en el sentido de que no viene de sus propios recuerdos ni de su propia experiencia sino que, como ella misma lo dice, los agentes le dijeron quiénes eran los secuestradores. Lo que hizo ella en ese momento es repetir lo que la propia AFI le dijo, y todo eso demuestra cómo los testimonios de las víctimas son una consecuencia directa de este montaje de las autoridades. Por eso yo digo que las primeras víctimas de este montaje no sólo fueron Cassez y Vallarta sino también las propias víctimas que fueron exhibidas en televisión.

AR: Otro asunto interesante es la intervención de Isabel Miranda de Wallace prácticamente desde el principio del caso, quien llegó a fungir como una suerte de representante de prensa de las víctimas. ¿Cuál ha sido su papel en este caso?
ES: Un papel mixto. Fue un caso que surgió a los pocos meses de la desaparición de su hijo, y es el primero externo al suyo en el que ella se involucró como defensora de las víctimas.
Digo que es mixto porque su cercanía con Genaro García Luna, con Eduardo Margolis —que no es el cerebro del montaje pero es la persona que está en el centro y tiene una conexión con todos los actores del caso— y su presencia demostrada en la SIEDO en las fechas clave del caso, la sitúan como un personaje que se presenta como defensora o asistente de las víctimas, y a la vez como un enlace entre autoridades y víctimas. No es que ella esté del lado puramente de las víctimas sino que está coordinando el mensaje oficial con ellas. En ese sentido yo creo que ella es parte del montaje porque siempre lo ha validado. Creo que ella misma estaría de acuerdo en lo que estoy diciendo: ha dicho “sí, hubo una recreación en televisión, pero eso no afecta la investigación”. Bueno, la investigación proviene enteramente del montaje: todos los elementos que han sido exhibidos como pruebas son parte del decorado del montaje, como las armas, las credenciales de elector, las víctimas, los vehículos, absolutamente todo. Entonces no se puede hablar de una investigación, por lo que, entonces, hay que hacer como Isabel Miranda de Wallace: validar el montaje. Lo que sabemos por boca de las víctimas es que estaban bajo su protección, pero de alguna forma también bajo su autoridad.
Me dijo Raúl Ramírez Chávez —el esposo de Cristina Ríos y papá de Christian— que ellos hablaban con los medios que les decía Isabel Miranda de Wallace, que estaban a su disposición, y ella les decía con quién tenían que hablar y con quién no. Allí Isabel Miranda se manifiesta, más que como protectora de las víctimas, como representante de las autoridades.

AR: Un capítulo del libro aborda la versión de Eduardo Margolis, un empresario dedicado a los autos blindados y a cuestiones de seguridad. Como dice usted, es la persona que conocía con anterioridad a víctimas, a victimarios, a policías, es el centro de este asunto. ¿Qué ocurrió con él en este caso?
ES: Es un personaje inevitable: el caso no se puede analizar sin pasar por él: ya sea a través de las autoridades, de los detenidos o de las víctimas. Él es el personaje clave que tiene contacto con todos ellos y los une en esta historia.
A Margolis lo sitúo en el origen del caso, pero no en el montaje mediático propiamente, porque creo que no tuvo ningún papel en él. Cuando tuve oportunidad de platicar con el empresario condenó el montaje.
Él fue socio del hermano de Florence Cassez, Sébastien; ha tenido una amistad con Israel Vallarta y tuvo contactos con las víctimas. Nos dijo, cuando lo entrevisté con otros corresponsales, que él iba tras la banda de los Vallarta porque estaba convencido de que eran secuestradores. Pienso que esto es parte de su discurso para legitimar su intervención en este caso.
Realmente es delicado hablar de Margolis, pero él mismo se ha presentado en las audiencias negando su intervención en el caso. Es interesante porque en un primer momento, cuando lo entrevistamos, nos dijo no haber tenido nada que ver con esa detención, “no soy la mano negra ni nada”. Cuando Florence fue liberada ella dijo que tuvo una conversación telefónica con Margolis en la que él reconoció que había señalado a los Vallarta, pero que no sabía que la iban a detener a ella con Israel —lo cual se me hace poco creíble pero, efectivamente, él reconoce su implicación y su intervención en la detención inicial.
Margolis es un personaje que tiene un reconocimiento en su comunidad en Polanco. Es una persona que es percibida como un benefactor, él mismo habla de su enfermedad y de cómo ha vencido a la muerte. Tiene su leyenda y es un personaje muy carismático, muy convincente en sus planteamientos.
Tiene un carácter fuerte, y sus amigos nos decían que es un vengador maquiavélico. Reconoce que puede tener arrebatos de rabia, y a medias reconoció que había amenazado a la familia de Sébastien Cassez: “No, no los amenacé; o, bueno, sí, pero no tanto”.
Es un personaje que, a pesar de tener ese temperamento, es reconocido por su comunidad como un hombre que actúa desde el corazón, no como un personaje corrupto buscando el interés sino la defensa de su comunidad.

AR: El libro es una dura refutación de las pruebas ofrecidas por las autoridades. Ciro Gómez Leyva publicó un artículo en el que decía que podía llamar “secuestradora” a Florence Cassez porque diversas instancias judiciales la habían condenado. Al respecto ¿qué pasó con todos estos jueces?, ¿cómo valoraron tantos elementos contradictorios e inverosímiles, por qué desecharon diversos peritajes a favor de los inculpados? ¿Qué nos dice esto del sistema de justicia mexicano?
ES: Podemos analizar a detalle lo que cada uno de estos jueces dice, pero vamos a volver al punto inicial siempre: que ellos actuaron, seguramente, bajo consigna. Finalmente son las propias autoridades que orquestaron el montaje las que se aseguraron de que se tomaran en cuenta únicamente las pruebas que proceden de él y que las condenas fueran en consecuencia.
La jueza Olga Sánchez Contreras, del Juzgado Quinto, que en primera instancia condenó a Cassez a 96 años de prisión, es la misma que liberó a los agentes de la AFI implicados en el video en el que se torturaba a algunos miembros de Los Zetas en Guerrero. Entonces ella ya había contribuido antes a salvar la imagen de la AFI.
Mi convicción realmente es que hay un factor fundamental: los jueces no conocen el expediente porque no pueden condenar basados en él. Entonces los periodistas de investigación, los miembros de ONG y abogados que se han acercado a ese expediente y lo han leído, no han encontrado las famosas pruebas de la culpabilidad ni de Israel Vallarta ni de Florence Cassez.
Además hay que considerar las declaraciones de las víctimas, porque cuando hablamos de ellas la gente dice: “Sí, pero los reconocieron”. ¿Cuándo? Hay que ver cuándo lo hicieron: cuando se destapó el montaje, cuando tenían que reconocerlo o cuando a las autoridades les convenía que lo hicieran.

AR: En el libro se relata que en varias audiencias Ezequiel Elizalde estuvo junto a los hermanos de Israel, parte de sus supuestos secuestradores, y no los “reconoció” sino hasta varios años después…
ES: Exactamente, todos los hermanos estaban allí; es más, dos de los hermanos de Israel, cuando éste desapareció, se sentaron frente a la SIEDO en el Monumento a la Revolución. ¡Los dos supuestos jefes de la banda, René y Mario! ¡Pero qué idiotas de secuestradores, que van a entregarse así a la SIEDO! ¡Hay que ser totalmente imbécil para hacerlo! Eso es un detalle. Pero los capturaron años después, cuando les convenía a las autoridades.
Creo que estos magistrados no han tenido la oportunidad realmente de estudiar este expediente, o les han señalado qué es lo que tenían que tomar en cuenta. Y es cierto que algunas de las declaraciones de las víctimas pueden parecer convincentes; yo misma he tenido muchas dudas al inicio de la investigación, con la convicción de que al inicio Israel Vallarta era culpable. Pero había que ir a los detalles del expediente, ver las imágenes del montaje y saber que había sido torturado para saber lo que había pasado.
En las audiencias había material suficiente, pero los jueces no asistían a ellas; entonces no vieron todos los testimonios aportados, que demostraban que no podía haber gente secuestrada en esa cabaña de la casa de Israel Vallarta, ni tampoco el entorno criminal que rodeaba a la familia de Ezequiel —esto último fue bien expuesto en las audiencias con los testimonios de los responsables del Cuerpo Especializado en Investigaciones para Situaciones de Alto Riesgo, que depende de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.
Finalmente, los testimonios de las víctimas son la única prueba en la que se basan las diferentes y sucesivas sentencias de Cassez hasta el rechazo de su solicitud de amparo antes de llegar a la SCJN. Así se hace investigación criminal en México: torturando y sacando confesiones, o exclusivamente con testimonios de víctimas. No hay más.

AR: ¿Y las pruebas científicas y peritajes?
ES: Todas están a favor de Israel Vallarta, pero las eliminaron. Las armas que supuestamente encontraron en su casa él nunca las tocó sino que provienen de las bodegas de la Policía Federal; el perito en balística no lo dice así pero estima que fueron guardadas durante muchos años y que no han servido. Entonces ¿cómo fueron utilizadas por secuestradores?
Creo que es una cuestión de selección de las pruebas y basándose únicamente en los testimonios inducidos de las víctimas. Allí la labor del juez sería, más bien, constatar que estos testimonios proceden de un montaje. Es inexplicable: si ni siquiera fueron detenidos en el rancho sino en la carretera, ¿quién estaba en el lugar con las víctimas?, ¿éstas se encontraban solas?
Lo que hicieron los jueces es validar siempre las conclusiones del Ministerio Público en el sentido de que había delincuencia organizada (aunque fueran solamente dos personas, lo cual también es inexplicable).
La opinión de Ciro Gómez Leyva fue negar que la SCJN fuera la instancia superior en el sistema judicial y que anuló todo lo que fue el proceso anterior. No fue que declarara a Cassez inocente pero cuando menos le hizo recuperar su presunción de inocencia. Hay que mencionar que el proyecto que fue aprobado por la Suprema Corte no fue el de la ministra Olga Sánchez Cordero, que se basó en la violación de los derechos consulares, etcétera, sino el del ministro Arturo Zaldívar, quien sí reconoció el efecto corruptor del montaje en toda la investigación, lo que demuestra que vio y entendió muy bien el expediente, al contrario de los anteriores jueces.
Eso es muy importante: Cassez recuperó totalmente su presunción de inocencia sin que quedaran pruebas válidas en contra de ella porque no se ordenó una reposición del procedimiento.
Hay mucho malentendido sobre este caso: muchos intelectuales han adoptado una postura más o menos parecida a la de Gómez Leyva y de otros columnistas famosos que decían: “Efectivamente, es un montaje, pero hay que reponer el procedimiento y que ella sea juzgada y sentenciada otra vez, no por la SCJN sino por una instancia inferior”. Esto me hace pensar que las personas que opinaban eso no conocen el expediente porque todo éste proviene del montaje; entonces no puedes llegar y ordenar una reposición del procedimiento. Dicen “hay que anular las pruebas que proceden del montaje”; pero es que, señores, todas proceden de él. ¿Con qué van a llegar al tribunal colegiado, al juzgado unitario?, ¿con un expediente vacío y para decir “senténcienla otra vez”? ¿Pero por cuáles delitos?
Sé que las tres primeras instancias se basaron exclusivamente en los testimonios de las víctimas, lo cual es realmente problemático.

AR: En el libro también plantea un problema que es fundamental: el papel que los medios desempeñaron en toda esta historia. Dice lo siguiente: “No se habló nunca de la vertiente criminal de la actuación de los medios de comunicación en ese funesto día”. Después aquello, por ejemplo, lo quisieron justificar Pablo Reinah y Carlos Loret de Mola, quienes alegaron que no sabían del montaje y que por ello eran las primeras víctimas del hecho, como se detalla en el libro. También recuerda títulos de artículos como “La princesa criminal” y “Yo la llamo secuestradora”, entre otros. Menciona usted un debate que al respecto se tiene que dar sobre este uso criminal de los medios. ¿Cómo inicia usted esta discusión?
ES: Creo que en este debate hay que ir más allá del tema de las personalidades; se ha manejado mucho que Loret de Mola, que Reinah, que los periodistas estrella, que en algún momento quisieron acaparar protagonismo en este caso, aunque sea para defenderse…
AR: Sí, pero en el libro también se habla, por ejemplo, del periodista de La Crónica de Hoy, para el que las autoridades sembraban “pruebas” y él las retomaba (lo que después él mismo reconoció), de la reportera de El Norte que le hizo una rara entrevista a Cristina Ríos…
ES: Él es un periodista que hizo una labor de análisis crítico de su propio trabajo; para mí él es un periodista que ha tenido la valentía de decir “yo he sido manipulado y no lo voy a seguir siendo”. Ese tema también nos devuelve a la manipulación por parte de las autoridades. No tengo ninguna duda de que la propia Televisa haya sido víctima de las autoridades y haya sido manipulada.
Es importante cuando Reinah y Loret de Mola dicen “no sabíamos”. Eso no me es suficiente: ¿qué es lo que sabías y qué es lo que no sabías? Estoy dispuesta a creer que hay cosas que no sabían, pero había otras que sí. Lo que sí sabían es que estaban presentando escenas como ocurriendo en vivo cuando no era así. ¿Qué Florence Cassez e Israel Vallarta no eran secuestradores? No lo sabían, ¿qué habían sido detenidos en otro lugar? Estoy dispuesta a creer que tampoco lo sabían, y puedo creer que las autoridades sí los engañaron hasta este punto.
Me parece que ellos se deben a la sociedad y le deben decir “esto sí lo sabíamos, esto no”. Hasta que no lo digan será puro bla, bla, bla.
Lo que interesa es hacer un debate y un juicio colectivos de por qué y cómo los medios de comunicación validamos un montaje, por qué años después incluso una periodista escribe un artículo llamado “La princesa criminal” sin tener ningún dato objetivo y basándose sólo en una leyenda sembrada por los propios agentes de la AFI, que tenían todo el interés de defender su montaje.
Después hubo una labor muy crítica de los medios, atacando y preguntando a las autoridades por qué hicieron ese montaje porque va a comprometer el caso. Hay que volver a leer las palabras de José Luis Santiago Vasconcelos en esa época: “No hay ningún problema: este caso no se va a caer por el montaje o por las violaciones a los derechos”.
Bueno, años después vimos que eso no era cierto sino que el caso se cayó por eso. Las propias autoridades nos están impidiendo conocer la verdad. ¿Por qué hubo un debate tan fuerte y por qué estamos peleando por el caso de Los Zodiaco? Por culpa de ellas. Con los que debemos estar peleados es con estas autoridades que hacen montajes, y como medios de comunicación hacer un juicio colectivo: montajes, no. Cuando lo haya no les vamos a creer, no vamos a validarlos y no vamos a repetir que la francesa es una bruja, una princesa criminal, una secuestradora.
Eso debe ser muy firme y claro porque la prensa, los medios de comunicación tienen un deber con la sociedad y no con el poder. Su deber, su profesionalismo se debe a que deben responder de lo que publican a la sociedad, no al poder. No pueden engañar a la sociedad y dañar a las víctimas validando este montaje.
Luego vemos que las autoridades se sienten cómodas con este montaje porque ya nadie en los medios se los cuestiona y hacen otros montajes, como hemos visto recientemente. Esta especie de validación colectiva del montaje lo banaliza, lo autoriza, y las autoridades se sienten en la más absoluta impunidad para hacer los que le convienen, como en el caso de Ayotzinapa, que quieren cerrar con la historia del basurero de Cocula. La historia se repite porque no ha habido resistencia, para la cual están habilitados los medios de comunicación.

AR: Su libro es una investigación dura y una denuncia contundente. ¿Al realizarla en algún momento se sintió en riesgo?
ES: No, en absoluto. De verdad, yo no soy el tema aquí, no estoy en peligro. Mi temor es que luego hagan un montaje para criminalizarme (risas).

AR: Por último: entre los personajes y las situaciones que relata en su libro, ¿dónde encuentra esperanza de que puedan cambiar la seguridad, la justicia y los derechos humanos en México?
ES: La SCJN ha dado una gran señal de esperanza en el camino a seguir con el proyecto de liberación de Florence Cassez, les guste o no a algunos como Ciro Gómez Leyva, quien prefiere prescindir de la opinión de la Corte. Ésta ha trazado una raya, como lo ha hecho en muchos otros casos, que no se puede pasar violando derechos consulares, con dilación en la puesta a disposición, con montajes ni con testimonios inducidos. Todas las líneas rojas que aparecen en el proyecto del ministro Zaldívar son muy importantes porque van a definir la tendencia y el modo de actuación de las autoridades y cómo se tiene que realizar una investigación criminal.
La debilidad de este proyecto es que no abordó el tema de la tortura porque Florence Cassez no la denunció. Pero aparece en muchas otras resoluciones de la SCJN: por ejemplo, en la liberación de Israel Arzate, quien había sido acusado por la masacre de Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, quien fue liberado por haber sido torturado. También liberó a Alfonso Martín del Campo Dodd, acusado de ser asesino de su hermana, y que también fue un caso de tortura.
Entonces para mí la luz de esperanza son la SCJN y la sociedad que ha demostrado, en casos como el de Ayotzinapa, que ya no va a aceptar más montajes, más fabricación de culpables basada en confesiones obtenidas con tortura. La sociedad también da una luz de esperanza manifestándose contra autoridades que quieren abusar de su confianza y quieren dar carpetazo a algunos temas. Allí la sociedad dijo: “Vayamos al fondo del asunto: queremos saber dónde están estos estudiantes y quién es realmente el responsable”. Eso es una gran esperanza.
En el caso de Los Zodiaco, debemos recordar que son seis miembros de una familia que han sido torturados y que no tienen sentencia; también que uno de los testigos que fue utilizado en este caso, David Orozco, fue torturado —como lo demuestra el Protocolo de Estambul— y murió muy probablemente, según su familia, a consecuencia de ello. Entonces en ese caso ya hay un muerto con fines de montaje político.
Así, fueron utilizados mexicanos para forzar la culpabilidad de una francesa porque había un conflicto diplomático, que fue realmente lo que se hizo. La sociedad mexicana debería estar indignada por estos hechos; si supiera todo el alcance de este montaje se indignaría mucho.


*Una versión más corta de esta entrevista fue publicada en Etcétera, núm. 184, marzo de 2016.

**El 25 de febrero de 2016, después de la realización de esta entrevista y de siete años de reclusión en el penal de máxima seguridad de Nayarit, acusados de pertenecer a la supuesta banda de secuestradores Los Zodiaco, los hermanos Juan Carlos y Alejandro Cortez Vallarta fueron absueltos de los delitos de delincuencia organizada y secuestro. El Primer Tribunal Unitario del Vigésimo Cuarto Distrito sólo mantuvo la condena de cinco años en prisión por portación de armas de uso exclusivo del Ejército. Al haber estado más de siete años en prisión, los hermanos Cortez Vallarta abandonaron la cárcel pues ya habían purgado la condena.

No hay comentarios.: