Letras escritas con los puños
Entrevista con Alejandro Toledo y
Mary Carmen Ambriz*
Por
Ariel Ruiz Mondragón
Entre los deportes más antiguos, duros y crueles se
encuentra, sin duda, el boxeo, el enfrentamiento de un par de púgiles que
buscan el triunfo pero, sobre todo, sobrevivir, arriba y abajo del ring.
Por las diversas características que tiene el
deporte de la fistiana no podía dejar de atraer la atención de los literatos,
entre los que se encuentran varios que en algún momento llegaron a practicarlo.
Es por ello que el boxeo ha sido tema de textos que van desde la poesía hasta
el periodismo, en los que se da cuenta de la grandeza, la miseria, el gozo y la
tragedia de la práctica de los puñetazos.
Como una muestra de los vínculos existentes entre el
boxeo y la literatura Alejandro Toledo y Mary Carmen Ambriz han realizado el
libro Historias del ring. Una antología
del boxeo (México, Cal y arena, 2012), en el que reúnen textos de 31
autores que abarcan diversos géneros: cuento, ensayo, novela, poesía,
entrevista, crónica y reportaje. Con ellos conversamos acerca de ese volumen.
Toledo (Ciudad de México, 1963) es miembro del
Sistema Nacional de Creadores de Arte. Se ha dedicado al periodismo cultural y
ha cultivado géneros como el cuento, la novela y el ensayo. Autor de al menos
una decena de libros, ha participado en la compilación de otros seis más.
Ambriz (Ciudad de México, 1970) se ha dedicado al
periodismo cultural y al ensayo. En 2002 ganó el premio Timón de Oro por su
ensayo La cabeza de Moby Dick.
Actualmente colabora en Milenio Diario.
Ariel
Ruiz (AR): ¿Por qué publicar hoy un libro como el suyo?
Alejandro
Toledo (AT): En este caso fue la coincidencia de que
los dos, por separado, habíamos coleccionado historias y libros sobre boxeo, y de
pronto se nos ocurrió dialogar sobre el asunto y combinar lo que teníamos.
Es un proyecto que iniciamos hace unos cinco o seis
años, ya que los dos nos dedicamos más bien a la literatura. Entonces lo
hicimos como una investigación literaria a partir de esa coincidencia.
Mary
Carmen Ambriz (MCA): Es un libro que a mí como lectora me
hubiera gustado leer. Uno tiene que pensar así: ¿cuál es el libro que a mí me
gustaría leer? Uno que fuera así, con esta selección.
Aparte, se fue dando porque cada que hay un Mundial
de futbol o unas Olimpiadas, dentro del periodismo cultural quieres dar otro
texto y demostrar que la literatura tiene otras vertientes y que no es algo
solemne.
A partir de allí vimos que la parte del boxeo daba
mucho más que una o dos páginas de un periódico y que se podía ir haciendo una
selección de textos dedicados a ese deporte, en la que hubiera, por ejemplo,
cuento, fragmento de novela, crónica, ensayo y poesía.
Vimos que había toda esa diversidad, y no sólo de
autores mexicanos sino también de otras latitudes, y que se podían abordar
figuras del boxeo nacionales e internacionales, y que esos textos tuvieran calidad
literaria.
AT:
Fue como un proyecto casero, de coincidir en tener libros sobre el tema y
empezar a hacer una antología, lo que ha coincidido con una especie de boom del boxeo en México, porque las
televisoras tenían muy descuidado a este deporte, y ahora lo quieren recuperar.
AR:
Hay un tema que ustedes plantean desde la introducción del libro, que es el
ético. Hay algunos de los textos recopilados que tienen esta idea, por ejemplo
el de Jack London, que habla de las restricciones éticas, del “juego limpio”
que nos separa de la selva, o el vínculo que Arthur Conan Doyle establece con
el patriotismo. Por su parte, F. X. Toole habla de la magia de este deporte, de
que el boxeo finalmente es el respeto por el otro, y también está Ernesto Giménez
Caballero, quien habla de una “dignificación manual”. ¿El boxeo tiene un
contenido ético propio?
AT:
En teoría la esencia del boxeo está en que es una lucha entre iguales, de pesos
y condiciones físicas similares, y donde el ingenio, la astucia y la
resistencia de cada quien lo va a llevar a triunfar. Hay la idea de que es un
enfrentamiento equilibrado.
Esto es como la teoría, el ideal, que no siempre se
cumple porque hay historias como la que cuenta Dashiell Hammet, de un peleador
con ambiciones al que antes de subir al ring le informan que debe perder,
cuando eso lo haría contra su naturaleza y contra la del deporte mismo.
Entonces, por un lado está el ideal de justicia y de
equilibrio, y por otro las mafias que muchas veces ensucian al deporte. Pero en
el planteamiento inicial si está esa ética del boxeo; por eso hay pesos,
categorías, en búsqueda de que haya siempre un equilibrio de fuerzas.
MCA:
A mí me gustaría pasar a la parte donde no se cumple esa ética…
AR:
Exacto. En el libro que hay otras partes donde se habla justamente de esa “canalla
miserable de parásitos y maleantes que hay alrededor y que están por debajo del
honrado púgil” (que la expresión es de Athur Conan Doyle). Esto lo vemos en el
texto de Hammet, pero también en los de Ernest Hemingway y José Luis González.
MCA:
Es un deporte que despierta pasiones, obviamente, pero también hay muchos
altibajos que se van reflejando. La vida de los deportistas es algo que
transita de una manera muy vertiginosa, y casi siempre ellos empiezan de la
nada, llegan al éxito y luego no tienen una visión de que no va a ser siempre
así sino que luego va a haber una caída, y otra vez se quedan solos, sin
dinero, sin amigos y sin gente que los apoye.
En ese momento de las vidas de los boxeadores estos se
convierten en personajes muy atractivos para los escritores. El literato tiene
el encanto de narrar la tragedia, de contar las glorias y también la
decadencia, cómo fueron esos tropiezos de la vida que los boxeadores fueron
acumulando.
Por otro lado, en el libro también se habla de ese
paralelismo entre la escritura y el boxeo; entre los que cuentan esto se
encuentran, por ejemplo, Julio Cortázar y Salvador Novo.
En algún momento un escritor argentino, Roberto
Arlt, también cuenta que tienes que dar ese cruce en la mandíbula a la
escritura para que a final de cuentas tengas esa efectividad en lo que estás
escribiendo, esa lucha con las palabras, y que ese ritmo vertiginoso pase
también a lo que estás contando.
Entonces quisimos que quedaran reflejadas en el
libro no solamente esas tragedias que viven los boxeadores, sino también esa
lucha que llevan a cabo los mismos escritores contra sí mismos.
AT:
En la sección de fragmentos de novela está el texto de Conan Doyle que refiere
lo que fue el boxeo en sus inicios: en muchos condados de Inglaterra estaba
prohibido, y se buscaba un territorio neutro para poder realizar la pelea, a
riesgo de que fuera suspendida cuando llegara el inspector de policía. En el
grupo que iba a la pelea siempre estaban los apostadores, que a veces incluso querían
enfermar al rival para poder ganar la apuesta porque eran duelos entre
caballeros: gente de la nobleza que apostaba por uno u otro peleador, y que
muchas veces contrataba matones para que afectaran al otro combatiente.
Esas sombras han acompañado siempre al peleador y al
boxeo. Por ejemplo, en Estados Unidos se demostró que la mafia de Chicago había
influido en algunas peleas. Entonces el boxeo siempre necesita ser defendido de
los maleantes para que pueda ser lo que en teoría debe ser, que es una lucha
entre iguales.
AR:
¿De qué depende el final trágico o no trágico de los boxeadores? En un sentido
encontramos la crónica acerca del Chango Casanova o la de Kid
Chocolate, por un lado, y en otro más positivo las de Gene Tunney (quien
acabó como empresario) e incluso la del Ratón Macías.
MCA:
Que sepan administrar su gloria, que sepan que no siempre van a poder vivir de
los golpes, que el cuerpo va a decir “hasta aquí, yo ya no voy a dar más”, y
que entonces tendrán que vivir de otras cosas. Deben saber que su dinero lo
pueden invertir en otros asuntos y no estar gastando todo, porque vienen de un
estrato social en el que tuvieron carencias económicas y llega un momento de su
edad adulta en que pueden satisfacerlas, pero eso no les va a durar para toda
la vida. Comprar amistades y mujeres tampoco va a ser para siempre.
AT:
Hay textos que son ejemplares sobre esto; uno es el de Jack London, “Por un
bistec”, que es sobre un boxeador veterano en una de sus últimas peleas y que
está en la pobreza. Si gana podría resolver económicamente su vida en los
siguientes meses, pero si pierde vivirá en la miseria más absoluta; sin
embargo, ese día no tiene siquiera para comer un bistec, el que pudo haberle
dado la energía para poder vencer en la pelea.
Otro es el de Hemingway, titulado “50 de los
grandes”, en el que un peleador veterano, en una de sus últimas peleas, se da
cuenta de que todavía tiene la energía para derrotar al otro y lo va haciendo
por ese impulso que da la competencia; pero como apostó contra sí mismo tiene
que buscar la manera de perder y no quebrar. Esto se resuelve de una forma un
poco humorística.
AR:
Esa es otra cosa que observé en muchos textos: en el boxeo, tal vez como en
ningún otro deporte, hay una carrera brutal contra el tiempo, una disputa por
la juventud. ¿Es así?
AT:
Pues lo atractivo del boxeo es que está todo sintetizado en un ring en el que hay dos destinos que
están enfrentados. La lucha es más aparatosa y es más espectáculo que deporte.
Además el futbol, el béisbol y el basquetbol son deportes de conjunto, pero aquí
son dos destinos enfrentados en donde entran en juego todas las situaciones de
la pobreza como un origen; a veces hay la teoría de que si te alimentaste mal
en la infancia eso te puede restar cualidades a la hora de estar en el
cuadrilátero.
AR:
La historia de Kid Chocolate parece
desmentir eso.
AT:
En ese caso, él tenía cierta característica física...
MCA:
Tenía un brazo ligeramente más grande que otro, y eso le daba una ventaja
contra el oponente. Su caso es muy interesante porque dos autores cubanos se
ocupan de él: Guillermo Cabrera Infante y Eliseo Alberto.
Es sabido que Kid
Chocolate era un donjuán, y llevaba un récord de sus peleas ganadas en el ring, y otro del número de sus
encuentros en el box spring con sus
chicas.
Parece que era un tipo muy atractivo; aquí lo que Eliseo
Alberto hizo está entre la crónica y el reportaje, porque él en realidad estaba
entrevistando a Kid Chocolate para un
documental, y entonces contó en flashbacks toda la gloria y lo que después
vivió ese boxeador.
Lo que hizo Cabrera Infante fue una reflexión sobre este
gran peleador cubano; contó que era muy impresionante verlo pelear.
Al respecto, a mí me gustaría contar que si hay un
eje común en el libro es la venganza, ya que muchas veces aparece en las peleas,
tanto en la actitud del árbitro como en la gente que rodea a los boxeadores. Siempre
hay una actitud como de “tú me la hiciste, ahora me la vas a pagar, y si no es
en el ring va a ser afuera”.
Esa actitud de venganza rodea al boxeo. En el caso
de Kid Chocolate también se cuenta
que uno de sus compañeros boxeadores murió en un ajuste de cuentas por un
amorío, y eso queda muy bien narrado en el texto de Eliseo Alberto. También
podemos ver la venganza de un árbitro en el texto de James Carlos Blake.
AR:
También quiero ir sobre esa vertiente: la de los traumas, que está en los
relatos de Juan Villoro y de Blake. ¿El box sirve para que el ser humano saque
sus traumas?
AT:
Decía Camus que para él el futbol era un medio para entender al hombre, y yo
creo que el boxeo lo es también. Camus desde niño fue portero y dicen que en su
infancia todos los días le revisaban que sus zapatos estuvieran bien y que por
ello jugaba en esa posición. Pero su frase sirve para entender el boxeo porque
está lleno de historias de todo tipo.
Del Chango
Casanova, por ejemplo, se decía que si su rival le hablaba en inglés se
acomplejaba y dejaba de tirar golpes. Entonces, en esos momentos definitivos en
que un golpe puede acabar con una pelea el pasado resurge: los traumas, los miedos
propios, la lucha contra uno mismo está reflejada.
Hay peleadores que, teniendo las cualidades técnicas
para escalar, para subir, no lo hacen porque por alguna cuestión sicológica que
los detiene en el ascenso.
También hay una película que a mí me gusta mucho
sobre el retiro del peleador, que es Réquiem
por un peso pesado, con Anthony Quinn, que presenta muy bien cómo se da la
disyuntiva de saber cuándo retirarse, cuándo se acabó tu tiempo.
AR:
El libro también tiene partes humorísticas acerca de esa tragedia, como ocurre con
los textos de Salvador Novo y Enrique Jardiel Poncela, quienes hablan, por
ejemplo, sobre el maltrato que reciben los boxeadores entre round y round y cómo aguantan a los seconds.
¿Qué hay de esta vertiente humorística en el libro?
AT:
Desde que Mary Carmen me contó que había un texto de Novo sobre boxeo yo no le
creía porque era como un espíritu muy refinado, y yo no me lo imaginaba.
Después me mostró el libro de Novo donde viene ese ensayo en el que plantea una
lectura un poco irónica del asunto, en el que sugiere que una orquesta acompañe
a los peleadores y que alguien componga una oda al ring...
MCA:
Una sinfónica del ring...
AT:
Es una idea que tampoco está tan dislocada porque el boxeo es una danza; algo
que aprende el peleador desde un principio es a mover las piernas, ya que el
ritmo de éstas puede determinar la fuerza del golpe.
Entre sus ironías también hay una fascinación de
Novo por lo que está ocurriendo, como se observa en su idea de la gimnasia
sueca: que al ver la pelea el espectador hace sus propios movimientos
boxísticos como si estuviera participando en el ring.
MCA:
En el sentido de la ironía está la reflexión que hace Joyce Carrol Oates: quien
ve a dos individuos que están en calzoncillos pegándose, semidesnudos, es como
una especie de voyeur, y es
inevitable que se enganche en ese duelo que se está llevando a cabo. Ella
también reflexiona que el boxeo es como la vida misma por todos los tropiezos
que hay.
Depende mucho del narrador porque el boxeo si está
visto con cierto humor; hay unas partes en el cuento de Villoro que narra
cierta decadencia, pero también está la contraparte del amigo del boxeador que
es el que le da el sentido del humor.
La danza del cuadrilátero se puede llevar a la danza
de las palabras; en el caso de Villoro me gustaría recordar que ese ritmo
vertiginoso que tiene una pelea lo tiene su texto, y le va dando elementos,
como un pájaro o el paisaje, que llevan otra vez al escenario donde empezó la
historia. Es una historia circular, y a mí me gusta mucho cómo juega allí con
el tiempo.
AR:
¿Cómo les ha ido a los escritores que han practicado el pugilismo? En el libro
hay varios: Arthur Cravan, Ricardo Garibay, Ernest Hemingway, entre otros.
AT:
Hay un género, que es el de la pelea literaria: lo que ocurra en el ring tiene un ritmo, una respiración, un
movimiento, y eso muchas veces se traduce a la prosa, que se mueve de un modo
similar al de los boxeadores, y allí están los ejemplos de London y Hemingway.
Éste se subía al ring cada que podía; en la película de Woody Allen, Medianoche
en París, a la menor provocación reta a alguien a ponerse los guantes.
En el prólogo se menciona el caso curioso de un
poeta boxeador de peso completo, el francés Arthur Cravan, quien peleó en
Barcelona con Jack Johnson no en una pelea de campeonato sino de exhibición; Johnson
se cansó de perseguir al otro, que corría por todos lados.
Lo interesante de Cravan es que representa la fusión
entre la literatura y el boxeo.
No sé si haya muchos escritores que hayan saltado
las cuerdas; del que tenemos más imágenes es de Hemingway. Yo menciono a Miles
Davis, que frecuentaba los gimnasios y que peleaba a ese nivel, y que hizo su
tributo a Jack Johnson.
AR:
¿Cómo se ha utilizado políticamente al boxeo? En el libro hay textos que lo
relacionan con el patriotismo. Un caso ejemplar es el de la entrevista de Ramón
Márquez a Mohammed Ali, en donde aparecen temas como el racismo, el clasismo e
incluso la religión.
AT:
Jack London cubrió en 1910 aquella pelea entre Jack Johnson y Jim Jeffries, en
la que los blancos estaban indignados porque había un campeón de pesos pesados
negro, al que le habían obstaculizado su llegada, pero finalmente lo tuvieron
que aceptar. Entonces revivieron a Jeffries, quien era el campeón anterior,
para que destronara a Johnson. Esa pelea generó mucha expectativa porque se
creía que el orgullo blanco sería defendido. Eso es lo que le llamó la atención
a Miles Davis del personaje de Jack Johnson, porque él como músico sufrió el
racismo alguna vez a las afueras de un bar de Chicago, cuando lo llevaron a la
cárcel por estar fumando afuera del bar y al parecer era sospechoso por ser
negro.
A Mohamed Ali le ocurrió que después de haber ganado
aquella medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma, a su regreso a Estados
Unidos no lo dejaron entrar a un restaurante porque allí no aceptaban negros.
Entonces como que en el deporte han librado sus
batallas los negros, y el deporte ha manifestado esos odios que están en la
sociedad.
AR:
En la parte de Cortázar habla de la pelea de Luis Ángel Firpo contra Jack
Dempsey, cuando ayudaron a regresar al ring
al norteamericano.
AT:
Se le dio ventaja porque, en las condiciones que marcaba el marqués de
Queensberry, el peleador tenía que recuperarse solo, y aquí dice que 30 manos
impulsaron a Dempsey para volver al ring, y en el segundo round noqueó a Firpo.
A veces lo que ocurre en el ring concentra y refleja la sociedad.
MCA:
El racismo es una constante dentro del boxeo, pero yo pensaría también, como
lectora y como mujer, que también es un reflejo del machismo porque también está
la cuestión de que los boxeadores, cuando tienen dinero, compran a las mujeres
y las utilizan como objetos, o de repente cambian de una esposa a otra porque
ya tienen más dinero.
Pero el boxeo es un reflejo de la realidad, de esos
problemas como el racismo y el machismo. También está la cuestión de que los
boxeadores nacen en unas familias de bajos recursos económicos, y cuando tienen
dinero pueden adquirir todo lo que no tuvieron en la infancia. Eso los hace
creer que el dinero todo lo puede obtener y que todo lo pueden conseguir por
sus golpes y por toda la mafia que se genera alrededor de una pelea.
Pero el boxeo es un reflejo de la vida misma, de
todos los defectos.
Cuando mencionaste lo político inmediatamente me
vino a la mente a este boxeador apoyando a cierto partido político que no
quiero mencionar...
AT:
Como la relación de Julio César Chávez con Carlos Salinas de Gortari...
MAC:
O en su decadencia al boxeador le ofrecen ser diputado, como fue el caso de Pipino Cuevas...
AT:
O del Ratón...
MAC:
Sí, pero había intereses y de decir “la voy a hacer en la política a ver si
pega”.
AT:
En la novela de Dashiell Hammet Cosecha
roja se habla de una sociedad corrompida, controlada por las mafias que se
disputan todo el tiempo los territorios. En ese contexto la pelea refleja eso:
el boxeo ya no es limpio, hay alguien que decide quién gana y quién pierde.
AR:
Para terminar, quiero platearles el dilema que le propuso Cravan a André Gide:
¿prefieren el boxeo o la literatura?
AT:
Yo creo que nos hemos definido por el boxeo literario, que es lo que
conjuntamos en esta antología. Se puede hacer la fusión de ambas disciplinas,
no son cosas que deban estar separadas; el mismo Cravan representaba eso: el
poeta boxeador. Si hubiera leído este libro habría entendido que las dos cosas
se pueden relacionar.
MCA:
Al boxeo literario yo prefiero, más que verlo, leerlo. Pero que sea el boxeo
bien escrito: una lucha de palabras.
AT:
Lamentablemente la crónica actual no cuenta bien las peleas ni la vida de los
boxeadores; entonces, habría que pedir a los cronistas que lean a sus pares, a
los maestros: London, Cortázar, Hemingway... Y que escriban sus crónicas con
ese entusiasmo, con ese conocimiento del deporte.
*Entrevista
publicada en Etcétera, núm. 165,
agosto de 2014.
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