miércoles, octubre 05, 2016

El Chapo Guzmán y la realidad de la sociedad mexicana. Entrevista con Andrés López López


El Chapo Guzmán y la realidad de la sociedad mexicana
Entrevista con Andrés López López*
Por Ariel Ruiz Mondragón
En el boom del narcotráfico que México vive cuando menos desde los año noventa del siglo pasado, una figura descuella por su larga e importante trayectoria delincuencial: Joaquín Chapo Guzmán, quien desde muy joven se dedicó al trasiego de drogas en su tierra natal, Badiraguato, Sinaloa.
Jefe de uno de los cárteles más poderosos del mundo, el de Sinaloa, ha sido mitificado desde por su presunta riqueza (incluso apareció en la lista de los grandes magnates de la revista Forbes) hasta por protagonizar un par de fugas de penales de máxima seguridad, pasando por sus aspiraciones fílmicas y su participación en diversos crímenes.
Sin duda ese personaje ha dado lugar no sólo a grandes reportajes sino también a novelas que pretenden dar cuenta de su vida. La más reciente es la de Andrés López López (Cali, Colombia, 1971), titulada Joaquín el Chapo Guzmán, el varón de la droga (México, Aguilar, 2016), en la que el autor observa desde diversas ópticas al célebre criminal.        
Sobre esa obra Replicante charló con el autor, quien desde adolescente comenzó a trabajar en el negocio del narcotráfico como cocinero de drogas en el Valle del Cauca. Posteriormente, en la década de los noventa, montó su propio laboratorio y fue uno de los fundadores y principales líderes del cártel del Norte del Valle, en Colombia.
En 2001 se entregó a las autoridades de Estados Unidos, donde fue  condenado a 11 años de cárcel. Sin embargo, salió en 2006 por su buen comportamiento. Justamente durante su reclusión decidió dedicarse a la escritura: allí se originó el volumen titulado El cártel de los sapos (del que después publicó una segunda parte), y posteriormente, ya en libertad, El señor de los cielos (2013), acerca del narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes, ambas convertidas posteriormente en exitosas series televisivas. Es también coautor, junto con el periodista Juan Camillo Ferrand, de Las fantásticas. Las mujeres del cártel.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué escribir un libro como el suyo, esta suerte de biografía novelada de Joaquín el Chapo Guzmán?
Andrés López López (ALL): Creo que lo interesante de todo es cuando uno como escritor se enfrenta a una mente en blanco, y ésta te dice por qué contar una historia, cuál será la atractiva para quien la cuente. Me parece que en ese momento, en el que uno tiene su cabeza completamente en blanco, surgen 80 mil posibilidades y 5 mil nombres, uno empieza a limpiar el escenario y descubre que hay unos personajes que, como tales y más allá de que caminen al margen de la ley o estén del otro lado de la balanza, tienen todos los elementos que hacen que su historia sea interesante.
Creo que ese es el caso particular del Chapo Guzmán. Me parece que la complejidad de su vida y de su mundo, en el que él, por las circunstancias que sean, tuvo que ser criminal, ya lo hacen de por sí bastante atractivo.

AR: ¿Por qué utilizar un nombre verdadero, como el de Joaquín Guzmán, y no alguno ficticio, aunque las referencias fueran directamente a él?
ALL: La historia es la del Chapo Guzmán, es un recuento biográfico. Creo que si había un título que debería llevar su biografía pues era La historia del Chapo Guzmán, porque estamos narrando su vida.
En ese orden de ideas quiero aclararte que de pronto hay situaciones de las que uno no puede dar plena certeza de que así sucedieron. Como autores estamos  recreando, hasta cierto punto, hechos y diálogos en los que nosotros no estuvimos allí presentes para dar fe de que efectivamente así pasaron.
A mí me parece importante dejarle claro al lector que en esos casos se tiene un poco de libertad creativa para construir esos diálogos. Los hechos sucedieron, pero yo no estaba allí para decirte que eso fue efectivamente lo que se dijeron. Entonces me parece importante aclararle al lector que están en la biografía del Chapo Guzmán, pero que también tiene esas pinceladas del autor, que de alguna manera está recreando situaciones que pasaron pero con diálogos de los que no podemos certificar que fueron tal cual.

AR: Desde el principio del libro usted dice que este libro es una fusión entre la realidad y la ficción. ¿Cuáles fueron los problemas, cuáles las fuentes y cuáles son los recursos literarios para crear esta amalgama entre realidad y ficción?
ALL: Creo que es más el compromiso mío como autor con la identidad de esas personas que prefieren que su nombre no sea revelado por diferentes circunstancias: algunas por miedo o porque simplemente consideran que su posición desde los lados de la autoridad que se supone deben combatir al Chapo, no es muy conveniente que sus nombres estén allí.
Este libro es muy rico porque, por ejemplo, tuve la posibilidad de entrevistarme con agentes federales que por más de 30 años han perseguido al Chapo Guzmán. Tuve oportunidad de hablar con un fiscal que lo ha acusado en múltiples oportunidades en cortes de Estados Unidos, conversé con narcotraficantes que, en su momento, fueron socios del Chapo, y con familiares muy cercanos a él, que fueron los que más insistieron en que sus nombres bajo ninguna circunstancia aparecieran. Creo que mi responsabilidad era respetar esa decisión, y sobre todo proteger a quienes habían confiado en mí.
Entonces, considero que lo más interesante de todo es que el libro tiene un Chapo Guzmán desde la óptica de cuatro puntos completamente diferentes, pero que al final se juntan todos para contarnos su realidad como si fuera la columna vertebral de su vida y lo que efectivamente pasó.

AR: Usted dice que trata de mostrar la otra cara de un personaje que, por más que sea justamente humanizado, no deja de ser criminal. ¿Qué problemas tuvo al hacer esta mezcla de su personalidad en aspectos como el amor por su familia con la crueldad criminal? Vemos retratados en su libro tanto los vínculos familiares como diversas guerras con otros cárteles.
ALL: Son aspectos muy contrastantes y bastante irónicos cuando uno los ve desde un lado y desde el otro. Creo que ese era, en gran parte, el reto: abordar un personaje tridimensional. Pienso que el Chapo Guzmán como tal es más que blanco y negro. Lo sencillo era simplemente verlo como normalmente solemos hacerlo: bajo la óptica de un lado y no del otro.
Difícilmente puede uno encontrar la fusión entre lo uno y lo otro, pero la realidad del Chapo es esa. Lo paradójico de todo es que no es ni siquiera él: es la realidad de la sociedad mexicana, del fenómeno del narcotráfico y la de 80 mil Chapos que hay hoy. Uno va al rancho, a Sinaloa, a Sonora o a la sierra, pregunta por cualquier mafioso, y te puedo asegurar que para el 70 u 80 por ciento de esa población al Chapo Guzmán le falta muy poco para hacer milagros. Igual a cualquiera de los otros mafiosos que he encontrado allí, en medio de la nada o de la sierra, que esconden un poco su nivel de corrupción y la fuente de sus ingresos a través de obras o beneficios que traen a una sociedad en la que la presencia del Estado es mínima o simplemente no existe.
Pero también dibujamos al otro Chapo Guzmán desde la óptica de las autoridades que lo han perseguido tanto, de los que han sufrido el flagelo del narcotráfico, de los que han pagado con su vida el hecho de tener el valor y la fuerza para narrar historias reales que nos dibujan y nos hacen entender el problema de fondo.
Creo que ese era el reto: contar las dos caras de la moneda y entender que, más allá de todo esto, por encima de que el Chapo sea un héroe o un villano para unos o para otros, se trataba de hacer la historia de un ser humano con todo ese mundo complejo del que tú acabas de hablar.

AR: Me llamó también mucho la atención el papel de las mujeres en esta historia, desde la madre hasta uno de los grandes personajes que es Jessica (su antigua amiga policía), aunque también están su esposa, Graciela y Teresa. ¿Qué papel le otorga usted a las mujeres en esta historia tan intrincada?
ALL: En el caso del Chapo Guzmán las mujeres han sido la punta del iceberg, para bien o para mal, de todos los eventos que le han dado un giro a su vida. Creo que desde muy niño fue enamoradizo; lo que vemos hoy en los titulares de prensa es el mismo Chapo que yo tengo reflejado desde la primera página del libro.
Nada de esto me sorprende porque llevo muchos años trabajando en su historia, y entonces conocer al Chapo que finalmente hoy sale a la luz pública es reafirmar al que yo había visto desde el 2012, cuando inicié esta aventura.
Creo que la historia del Chapo Guzmán siempre ha sido, de alguna manera, influenciada por las mujeres que se han aparecido en su vida. Considero que él es un ser humano que por las mujeres es capaz de poner el mundo patas arriba y de jugársela, a tal punto que me atrevería a asegurar que los grandes hechos en su vida han sido influenciados por las mujeres que han estado a su lado.

AR: En el libro está muy presente el tema del amor: primero hacia Ema, hacia su familia, y después a Jessica. ¿Cómo desarrolló estas historias?
ALL: Pienso que, más allá de la novela, el amor es la columna vertebral de la historia de los seres humanos. Eso, de alguna manera, desdibuja un poco lo que es la realidad de los sentimientos; nosotros podemos ver la historia de un monstruo en el caso particular de Drácula, y comprendemos que hasta éste tiene un lado humano y de amor que lo hace vulnerable.
Creo que el reflejo más sencillo para entender la realidad de la vida del Chapo a través de sus relaciones amorosas es un poco la historia de Drácula: es un monstruo, pero a fin de cuentas y por diferentes circunstancias encuentra personas del sexo femenino que ponen sus ojos en él. Entonces creo que en el libro y en su historia el amor es pieza fundamental y columna vertebral de la narrativa de la biografía del Chapo Guzmán.

AR: Vamos a la política: en la historia se dejan ver varias conexiones del narcotraficante con políticos, generales y autoridades. Al principio del libro usted menciona que existen muchas similitudes y casi ninguna diferencia entre la mafia y la política. ¿Cómo ejemplifica esto la figura de Guzmán?
ALL: Son muy similares. Realmente para mí los mundos de la política y de la mafia tienen un elemento que aparece desde el primer momento: la capacidad de un ser humano por manipular la mente de otro. El político es capaz de manipular tu mente y logra que al final de cuentas le des tu voto, que es lo que a él le interesa, y lo que pasa más allá pasa a un segundo plano. En el caso particular del Chapo también: tiene la capacidad de manejar la mente de aquellos a quien necesita para llegar a donde él necesita llegar, y cuando lo logra pues simplemente se olvida del resto.
Al final lo que identifica a unos y a otros es la capacidad de manipular a otros.

AR: Al principio del libro también usted decía que para volver a ver tras las rejas al Chapo las autoridades tendrían que vencer al mito y poner fin a la leyenda en la que el mismo gobierno y la sociedad lo convirtieron. ¿Por qué fue convertido en un mito?, ¿su novela no abona a éste?
ALL: Creo que lo más conveniente para todos a nivel del gobierno era que el Chapo fuera un mito: en la medida en que existiera esa imagen de un ser poderoso que nunca va a poder ser atrapado, tenemos una justificación perfecta para decir que hay una institución y que hay un gobierno intentando atraparlo y combatir lo que tantos años ha hecho.
Pienso que eso, para bien o para mal, de alguna manera servía quizá también como cortina de humo para otros eventos que estaban ocurriendo.
En el caso particular del libro, creo que nuestra obligación tanto desde esta óptica como desde la mía y la tuya es contar esa realidad y dibujarla, por descarnada que sea, como sucede. Considero que el hecho de que te pares al frente y que me des la oportunidad de que yo te narre lo que tengo reflejado en mi libro y que tú lo publiques nos sirve como sociedad para que comprendamos nuestra realidad. En la medida en la que uno lo haga con responsabilidad, también le estamos dando la posibilidad a la sociedad de que entienda.
Cuando nosotros narremos tenemos que recoger la basura y sacarla porque, lastimosamente, en nuestros países solemos esconder la basura que está dentro de la casa debajo del tapete. Pero la basura siempre va a estar allí.
Entonces, si nos permitimos reflexionar sobre esto y analizar estos asuntos profundamente y con responsabilidad, también estamos dándole a la gente una oportunidad para que reflexione y construyamos entre todos un país y una sociedad distinta.

AR: Al final del libro usted dice que estigmatizar el narcotráfico no aporta ninguna solución al problema. ¿Usted por dónde ve la solución?
ALL: La estigmatización es la posición más elemental y más sencilla de todas, pero yo creo que los problemas del narcotráfico son más de fondo: están muy ligados con los asuntos de la falta de Estado, con la carencia de oportunidades de quienes, por diferentes circunstancias, nacieron pobres, y que están condenados a sufrir y estar jodidos.
Pienso que en la medida en que el gobierno haga presencia donde el narcotráfico la tiene, y que la gente vea educación y oportunidades, vamos a tener la posibilidad de conocer una sociedad diferente y un México distinto. Mientras eso no suceda van a existir no un Chapo sino cientos de miles de Chapos Guzmán.


*Entrevista publicada en Replicante, 12 de agosto de 2016.

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