El Chapo Guzmán y la realidad de la sociedad mexicana
Entrevista con Andrés López López*
Por
Ariel Ruiz Mondragón
En
el boom del narcotráfico que México
vive cuando menos desde los año noventa del siglo pasado, una figura descuella
por su larga e importante trayectoria delincuencial: Joaquín Chapo Guzmán, quien desde muy joven se
dedicó al trasiego de drogas en su tierra natal, Badiraguato, Sinaloa.
Jefe
de uno de los cárteles más poderosos del mundo, el de Sinaloa, ha sido
mitificado desde por su presunta riqueza (incluso apareció en la lista de los
grandes magnates de la revista Forbes)
hasta por protagonizar un par de fugas de penales de máxima seguridad, pasando
por sus aspiraciones fílmicas y su participación en diversos crímenes.
Sin
duda ese personaje ha dado lugar no sólo a grandes reportajes sino también a
novelas que pretenden dar cuenta de su vida. La más reciente es la de Andrés
López López (Cali, Colombia, 1971), titulada Joaquín el Chapo Guzmán, el
varón de la droga (México, Aguilar, 2016), en la que el autor observa desde
diversas ópticas al célebre criminal.
Sobre
esa obra Replicante charló con el
autor, quien desde adolescente comenzó a trabajar en el negocio del
narcotráfico como cocinero de drogas
en el Valle del Cauca. Posteriormente, en la década de los noventa, montó su
propio laboratorio y fue uno de los fundadores y principales líderes del cártel
del Norte del Valle, en Colombia.
En
2001 se entregó a las autoridades de Estados Unidos, donde fue condenado a 11 años de cárcel. Sin embargo,
salió en 2006 por su buen comportamiento. Justamente durante su reclusión decidió
dedicarse a la escritura: allí se originó el volumen titulado El cártel de los sapos (del que después
publicó una segunda parte), y posteriormente, ya en libertad, El señor de los cielos (2013), acerca
del narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes, ambas convertidas
posteriormente en exitosas series televisivas. Es también coautor, junto con el
periodista Juan Camillo Ferrand, de Las
fantásticas. Las mujeres del cártel.
Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué escribir
un libro como el suyo, esta suerte de biografía novelada de Joaquín el Chapo Guzmán?
Andrés López López (ALL):
Creo que lo interesante de todo es cuando uno como escritor se enfrenta a una
mente en blanco, y ésta te dice por qué contar una historia, cuál será la
atractiva para quien la cuente. Me parece que en ese momento, en el que uno
tiene su cabeza completamente en blanco, surgen 80 mil posibilidades y 5 mil nombres,
uno empieza a limpiar el escenario y descubre que hay unos personajes que, como
tales y más allá de que caminen al margen de la ley o estén del otro lado de la
balanza, tienen todos los elementos que hacen que su historia sea interesante.
Creo
que ese es el caso particular del Chapo
Guzmán. Me parece que la complejidad de su vida y de su mundo, en el que él, por
las circunstancias que sean, tuvo que ser criminal, ya lo hacen de por sí
bastante atractivo.
AR: ¿Por qué utilizar un nombre
verdadero, como el de Joaquín Guzmán, y no alguno ficticio, aunque las
referencias fueran directamente a él?
ALL:
La historia es la del Chapo Guzmán,
es un recuento biográfico. Creo que si había un título que debería llevar su
biografía pues era La historia del Chapo Guzmán, porque estamos narrando su
vida.
En
ese orden de ideas quiero aclararte que de pronto hay situaciones de las que
uno no puede dar plena certeza de que así sucedieron. Como autores estamos recreando, hasta cierto punto, hechos y
diálogos en los que nosotros no estuvimos allí presentes para dar fe de que
efectivamente así pasaron.
A
mí me parece importante dejarle claro al lector que en esos casos se tiene un
poco de libertad creativa para construir esos diálogos. Los hechos sucedieron,
pero yo no estaba allí para decirte que eso fue efectivamente lo que se
dijeron. Entonces me parece importante aclararle al lector que están en la
biografía del Chapo Guzmán, pero que
también tiene esas pinceladas del autor, que de alguna manera está recreando
situaciones que pasaron pero con diálogos de los que no podemos certificar que
fueron tal cual.
AR: Desde el principio del libro
usted dice que este libro es una fusión entre la realidad y la ficción. ¿Cuáles
fueron los problemas, cuáles las fuentes y cuáles son los recursos literarios
para crear esta amalgama entre realidad y ficción?
ALL:
Creo que es más el compromiso mío como autor con la identidad de esas personas
que prefieren que su nombre no sea revelado por diferentes circunstancias: algunas
por miedo o porque simplemente consideran que su posición desde los lados de la
autoridad que se supone deben combatir al Chapo,
no es muy conveniente que sus nombres estén allí.
Este
libro es muy rico porque, por ejemplo, tuve la posibilidad de entrevistarme con
agentes federales que por más de 30 años han perseguido al Chapo Guzmán. Tuve oportunidad de hablar con un fiscal que lo ha
acusado en múltiples oportunidades en cortes de Estados Unidos, conversé con narcotraficantes
que, en su momento, fueron socios del Chapo,
y con familiares muy cercanos a él, que fueron los que más insistieron en que
sus nombres bajo ninguna circunstancia aparecieran. Creo que mi responsabilidad
era respetar esa decisión, y sobre todo proteger a quienes habían confiado en
mí.
Entonces,
considero que lo más interesante de todo es que el libro tiene un Chapo Guzmán desde la óptica de cuatro
puntos completamente diferentes, pero que al final se juntan todos para contarnos
su realidad como si fuera la columna vertebral de su vida y lo que
efectivamente pasó.
AR: Usted dice que trata de mostrar
la otra cara de un personaje que, por más que sea justamente humanizado, no
deja de ser criminal. ¿Qué problemas tuvo al hacer esta mezcla de su
personalidad en aspectos como el amor por su familia con la crueldad criminal?
Vemos retratados en su libro tanto los vínculos familiares como diversas
guerras con otros cárteles.
ALL:
Son aspectos muy contrastantes y bastante irónicos cuando uno los ve desde un
lado y desde el otro. Creo que ese era, en gran parte, el reto: abordar un
personaje tridimensional. Pienso que el Chapo
Guzmán como tal es más que blanco y negro. Lo sencillo era simplemente verlo
como normalmente solemos hacerlo: bajo la óptica de un lado y no del otro.
Difícilmente
puede uno encontrar la fusión entre lo uno y lo otro, pero la realidad del Chapo es esa. Lo paradójico de todo es
que no es ni siquiera él: es la realidad de la sociedad mexicana, del fenómeno
del narcotráfico y la de 80 mil Chapos
que hay hoy. Uno va al rancho, a Sinaloa, a Sonora o a la sierra, pregunta por
cualquier mafioso, y te puedo asegurar que para el 70 u 80 por ciento de esa
población al Chapo Guzmán le falta
muy poco para hacer milagros. Igual a cualquiera de los otros mafiosos que he
encontrado allí, en medio de la nada o de la sierra, que esconden un poco su
nivel de corrupción y la fuente de sus ingresos a través de obras o beneficios
que traen a una sociedad en la que la presencia del Estado es mínima o simplemente
no existe.
Pero
también dibujamos al otro Chapo
Guzmán desde la óptica de las autoridades que lo han perseguido tanto, de los
que han sufrido el flagelo del narcotráfico, de los que han pagado con su vida
el hecho de tener el valor y la fuerza para narrar historias reales que nos
dibujan y nos hacen entender el problema de fondo.
Creo
que ese era el reto: contar las dos caras de la moneda y entender que, más allá
de todo esto, por encima de que el Chapo
sea un héroe o un villano para unos o para otros, se trataba de hacer la
historia de un ser humano con todo ese mundo complejo del que tú acabas de
hablar.
AR: Me llamó también mucho la
atención el papel de las mujeres en esta historia, desde la madre hasta uno de
los grandes personajes que es Jessica (su antigua amiga policía), aunque
también están su esposa, Graciela y Teresa. ¿Qué papel le otorga usted a las
mujeres en esta historia tan intrincada?
ALL:
En el caso del Chapo Guzmán las
mujeres han sido la punta del iceberg, para bien o para mal, de todos los
eventos que le han dado un giro a su vida. Creo que desde muy niño fue
enamoradizo; lo que vemos hoy en los titulares de prensa es el mismo Chapo que yo tengo reflejado desde la
primera página del libro.
Nada
de esto me sorprende porque llevo muchos años trabajando en su historia, y entonces
conocer al Chapo que finalmente hoy
sale a la luz pública es reafirmar al que yo había visto desde el 2012, cuando
inicié esta aventura.
Creo
que la historia del Chapo Guzmán
siempre ha sido, de alguna manera, influenciada por las mujeres que se han
aparecido en su vida. Considero que él es un ser humano que por las mujeres es
capaz de poner el mundo patas arriba y de jugársela, a tal punto que me
atrevería a asegurar que los grandes hechos en su vida han sido influenciados
por las mujeres que han estado a su lado.
AR: En el libro está muy presente
el tema del amor: primero hacia Ema, hacia su familia, y después a Jessica.
¿Cómo desarrolló estas historias?
ALL:
Pienso que, más allá de la novela, el amor es la columna vertebral de la
historia de los seres humanos. Eso, de alguna manera, desdibuja un poco lo que
es la realidad de los sentimientos; nosotros podemos ver la historia de un
monstruo en el caso particular de Drácula, y comprendemos que hasta éste tiene
un lado humano y de amor que lo hace vulnerable.
Creo
que el reflejo más sencillo para entender la realidad de la vida del Chapo a través de sus relaciones
amorosas es un poco la historia de Drácula: es un monstruo, pero a fin de
cuentas y por diferentes circunstancias encuentra personas del sexo femenino
que ponen sus ojos en él. Entonces creo que en el libro y en su historia el amor
es pieza fundamental y columna vertebral de la narrativa de la biografía del Chapo Guzmán.
AR: Vamos a la política: en la
historia se dejan ver varias conexiones del narcotraficante con políticos,
generales y autoridades. Al principio del libro usted menciona que existen
muchas similitudes y casi ninguna diferencia entre la mafia y la política.
¿Cómo ejemplifica esto la figura de Guzmán?
ALL:
Son muy similares. Realmente para mí los mundos de la política y de la mafia
tienen un elemento que aparece desde el primer momento: la capacidad de un ser
humano por manipular la mente de otro. El político es capaz de manipular tu
mente y logra que al final de cuentas le des tu voto, que es lo que a él le
interesa, y lo que pasa más allá pasa a un segundo plano. En el caso particular
del Chapo también: tiene la capacidad
de manejar la mente de aquellos a quien necesita para llegar a donde él
necesita llegar, y cuando lo logra pues simplemente se olvida del resto.
Al
final lo que identifica a unos y a otros es la capacidad de manipular a otros.
AR: Al principio del libro también
usted decía que para volver a ver tras las rejas al Chapo las autoridades
tendrían que vencer al mito y poner fin a la leyenda en la que el mismo
gobierno y la sociedad lo convirtieron. ¿Por qué fue convertido en un mito?,
¿su novela no abona a éste?
ALL:
Creo que lo más conveniente para todos a nivel del gobierno era que el Chapo fuera un mito: en la medida en que
existiera esa imagen de un ser poderoso que nunca va a poder ser atrapado,
tenemos una justificación perfecta para decir que hay una institución y que hay
un gobierno intentando atraparlo y combatir lo que tantos años ha hecho.
Pienso
que eso, para bien o para mal, de alguna manera servía quizá también como
cortina de humo para otros eventos que estaban ocurriendo.
En
el caso particular del libro, creo que nuestra obligación tanto desde esta
óptica como desde la mía y la tuya es contar esa realidad y dibujarla, por
descarnada que sea, como sucede. Considero que el hecho de que te pares al
frente y que me des la oportunidad de que yo te narre lo que tengo reflejado en
mi libro y que tú lo publiques nos sirve como sociedad para que comprendamos
nuestra realidad. En la medida en la que uno lo haga con responsabilidad,
también le estamos dando la posibilidad a la sociedad de que entienda.
Cuando
nosotros narremos tenemos que recoger la basura y sacarla porque,
lastimosamente, en nuestros países solemos esconder la basura que está dentro
de la casa debajo del tapete. Pero la basura siempre va a estar allí.
Entonces,
si nos permitimos reflexionar sobre esto y analizar estos asuntos profundamente
y con responsabilidad, también estamos dándole a la gente una oportunidad para
que reflexione y construyamos entre todos un país y una sociedad distinta.
AR: Al final del libro usted dice
que estigmatizar el narcotráfico no aporta ninguna solución al problema. ¿Usted
por dónde ve la solución?
ALL:
La estigmatización es la posición más elemental y más sencilla de todas, pero
yo creo que los problemas del narcotráfico son más de fondo: están muy ligados
con los asuntos de la falta de Estado, con la carencia de oportunidades de
quienes, por diferentes circunstancias, nacieron pobres, y que están condenados
a sufrir y estar jodidos.
Pienso
que en la medida en que el gobierno haga presencia donde el narcotráfico la tiene,
y que la gente vea educación y oportunidades, vamos a tener la posibilidad de
conocer una sociedad diferente y un México distinto. Mientras eso no suceda van
a existir no un Chapo sino cientos de
miles de Chapos Guzmán.
*Entrevista publicada en Replicante, 12 de agosto de 2016.
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